Sevilla

OPINIÓN Lleno con adjetivos

La Razón
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Compartir un par de horas, aunque sea a oscuras y con una música infumable tronando, con el PP municipal es suficiente para convencerse de que entre ellos habita quien será alcalde a comienzos de verano. Cualquier acto en el que se anuncia al-gordito-desconocido-y-sin-carisma concejal popular registra un lleno plagado de adjetivos. El valor de las cosas se mide por los epítetos: los tahúres no desean tener suerte a secas, sino buena suerte. Para la maquinaria de un partido en campaña es relativamente sencillo abarrotar un recinto (basta con elegirlos de aforo reducido) pero el mérito de los llenazos de Zoido es que son variopintos, eufóricos, convencidos, jóvenes y, lo más significativo en vísperas de elecciones, interesados: cuantísima gente asoma la cabeza por estas convocatorias para ir lustrándose un pedigrí de combatiente de primera hora, Dios mío de mi alma. Estos personajes nunca se equivocan. Si los listos de siempre se parten las costillas a codazos para ser ungidos con una foto a la vera del candidato, es que la suerte de las votaciones está echada. Los arúspices de la demoscopia se debatían entre el 19 y el 20 (la mayoría absoluta está en 17), y a algún militante habitualmente prudente se le soltaba la lengua que daba gusto al primer sorbito de oloroso. Cuando Juan Espadas se despierte, el dinosaurio de Monterroso se habrá instalado allí para cuatro años. Como poco.