Estados Unidos
Parque temático
En el mundo actual hay diversas clases de superpotencias. Japón sigue siendo una superpotencia económica. China ya lo es también, seguida de cerca por la India. Estados Unidos es además una superpotencia militar, la única por ahora. Los rusos, llevados por su patriotismo, quieren a toda costa que su país vuelva a serlo. Europa, por su parte, se había limitado al campo económico después de la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial. Con la unidad económica y la globalización acabó descubriendo otra vía, muy especial y sui generis. Consistía en especializarse en la buena vida, el ocio y la estética. Europa entronizó el buen gusto y el estilo como formas supremas de vivir. Unos cuantos decíamos que Europa había encontrado su vocación, que era convertirse en un parque temático a escala natural. Un columnista del Financial Times la ha bautizado hace poco como «lifestyle superpower», algo así como la «superpotencia de la buena vida». Era una estrategia inteligente… de haber comprendido los europeos que no se aplicaba a ellos, sino que nos convertía en proveedores de un tal servicio para los demás. Los europeos no lo entendimos así, sin embargo, y preferimos creernos los primeros beneficiarios. Así que nos dispusimos a trabajar lo menos posible, gastar sin tasa, tomarnos vacaciones a troche y moche, e incluso practicar el absentismo masivo. La buena vida se convirtió en una ideología, el nuevo rostro del socialismo. Dejaba de ser un producto para convertirse en una Identidad que nos singularizaba, una Misión, casi una nueva religión de alcance civilizatorio. Tenía además una coartada suprema: el nuevo socialismo «à la bon vivant» hizo de la Cultura su gran ídolo. Las nuevas masas cultivadas –grosso modo, se entiende– deambulamos del Museo del Prado a Disneyworld, pasando por los templos de la nueva cocina, Salzburgo y el Festival de Otoño en Primavera. Nos relajamos, disfrutamos y nos realizamos a tope (¡ah, realizarse!). Todo subvencionado y a ser posible gratis. Ya vendrían inmigrantes a trabajar por nosotros. El resultado lo estamos viendo estos días. Nadie puede sostener la superpotencia temática y parece que hay que volver a trabajar. ¿Dónde está el poeta que cante la desgarradora tragedia europea?
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