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Rihanna más piernas que música

De rock, tal como lo conocemos, ayer hubo bien poco, pero lo de mover las caderas, que cantaban Burning, se hizo realidad desde primera hora, y así lo vivieron las más de 80.000 personas que acudieron a la segunda jornada de Rock in Rio. Para abrir boca, Calle 13 montaron un verdadero alboroto, con un concierto deslenguado y frenético que se inició con «No hay nadie como tú».

Rihanna, en Rock in Rio
Rihanna, en Rock in Riolarazon

Residente y Visitante, acompañados por la hermana del primero, rompieron la noche con un reggaetón con cabeza adornado con toda suerte de ritmos latinos: cumbia, merengue, salsa y lo que haga falta. Pusieron a saltar al personal, cargaron contra la gobernadora de Arizona por su polémica ley sobre inmigración («está loca», dijo el cantante del grupo puertorriqueño), desataron la calentura en «Tango del pecado», continuaron la fiesta con «Atrevete-te» y acabaron repartiendo agua a diestro y siniestro. Un vendaval de cuidado.

 

Maneras de estrellaCon media hora de retraso comenzó su actuación Rihanna, que en su primera visita a España venía con exigencias múltiples, empezando por los seis camerinos que reclamó a la organización del festival. Maneras de estrella que debían pasar la prueba del directo. ¿Lo de «Umbrella» fue un espejismo o tenemos diva para rato? Cundieron las dudas cuando arrancó a medio gas, con «Hard» y «Shut up drive», desplegando, eso sí, una efectista escenografía.

Pelo rojo, un conjunto mínimo con el que lucir piernas, intimidatoria sensualidad y poco más. Pero enlazó «Disturbia» –con unos zancudos futuristas en el escenario–, «Rockstar 101» –enfundándose una guitarra eléctrica de atrezzo– y la contundente «Rude boy» y el concierto parecía cotizar al alza. Luego se paseó por el r'n'b y su voz, hasta entonces sepultada bajo las coristas, se impuso en «Rehab» y «Unfaithfull», demostrando que la de Barbados también sabe cantar, aunque sea su cuerpo el que se lleve el protagonismo de las pantallas gigantes. Por contra, se escapaban las oportunidades para menear el esqueleto y había quien reclamaba ya la presencia de Shakira para recuperar el movimiento de caderas.

A la espera de la colombiana, nos encontramos unos cuantos guitarrazos impostados y los aires latinos de «Te amo», justo antes de que Rihanna retomase el pulso discotequero con «Don't stop the music», «S.O.S.», un trepidante medley y, ya al final, «Umbrella», un tema como hay pocos. Entonces sí convenció, pero en conjunto hubo más ruido que nueces. Shakira completaría más tarde este particular duelo de divas, con los temas de «Loba» a la cabeza y la sensación de que llegaba de verdad la hora de bailar.