Albacete
De oídas por María José NAVARRO
No vi el gol. No lo vi. Estaba encerrada en un baño. Al igual que había sucedido con la Eurocopa, las cosas de la Selección había que verlas con los amigos del Atleti. Entonces, el del Atleti, había marcado el gol que nos hizo campeones y ahora, al del Atleti, le hacía falta que los del Atleti se reunieran para desearle al chaval lo mejor. Había sido un Mundial puñetero, desagradable para Torres y para los que le debemos tantas tardes de orgullo en el Calderón. Así que quedamos en vernos un ratito antes para hacer la lista de idioteces oídas en las semanas previas y apuntamos en una servilleta sucia los nombres de los «expertos analistas» que habían cambiado cromos a las primeras de cambio y con argumentos sumamente ventajistas. Hora y media antes, nos comían los nervios. Sale una cerveza, salen tres más. Llamo a mi madre. Madre, cómo está la cosa. De bote en bote Albacete, ya. Te he dicho muchas veces que no digas que Iniesta es feete, madre, que es paisano y es un fenómeno. Bueno. Lo vas a ver, ¿no? Sí, aquí, vestidos de Torres. Tengo cuarenta y tres años, madre, y creo que me puedo vestir de lo que quiera. Ea, venga. Luego te llamo, madre. Hala, besaco. Y empieza. Ataque al corazón. Mahou. Angina de pecho. Ictus. Mahou. Alguien pide un gotero, una enfermera, un Lexatin. Mahou. Y, de pronto, sale Torres. Me voy, al baño, no puedo. Y cuando llevaba encerrada un rato, rezando con la taza como reclinatorio, suena un estruendo que no alcanzo a comprender.Y al fondo del pasillo, unavoz que viene a por mí: ¡Albaceteeeeee!
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