Génova

La soledad del que decide

Rajoy sólo ha roto el encierro en su despacho de Génova para ir a comer a una de las tascas que frecuentaba cuando era líder de la oposición

Cada día, el futuro presidente pasa horas en su despacho para preparar lo que será su gobierno
Cada día, el futuro presidente pasa horas en su despacho para preparar lo que será su gobiernolarazon

MADRID- El día después de las elecciones, Mariano Rajoy llegó a su despacho a media mañana, y desde entonces no ha roto la rutina de un encierro en Génova, salvo para salir a comer a una de las dos tascas cercanas a la sede de su partido que frecuentaba cuando todavía era el líder de la oposición. Ha ido siempre a la misma, la que suele estar menos llena, para causar el menor trastorno posible. Ya desde la campaña, el hoy ganador de las elecciones lucía un dispositivo de seguridad que anticipaba premonitoriamente que iba a ser el elegido para gobernar el destino de España durante los próximos cuatro años.

Y ya formalmente con las cargas del que para Navidad será el presidente del Gobierno aún ha intentado en estos cinco días hábiles preservar en todo lo posible la normalidad de su vida de antes. El cierre del despacho lo ha echado sobre las ocho de la tarde y será este fin de semana cuando se dedique con un poco más de intensidad a su familia, después de una campaña que oficiosamente empezó casi en septiembre.

Según cuentan los que siguen en Génova tras el 20-N, esta primera semana como presidente electo la ha dedicado a tomar el control de la situación, con dos prioridades en la agenda: el Consejo Europeo y el traspaso de poderes. De este último, de la información que en él reciba, dependerá el ajuste final de las medidas que presentará en su discurso de investidura. Por teléfono o presencialmente, Rajoy ha escuchado a todos los que pueden aportarle algo ante la trascendental cumbre europea financiera, porque está convencido, como explican en su entorno, de que los países tienen que cumplir con sus compromisos, pero que de «Europa tiene que salir la estrategia operativa que arregle esto». Y el contenido de la cumbre de la UE es la justificación de que en su primera agenda hayan estado los mandamases del sector financiero español.

Esta semana, Rajoy no ha dejado de hablar con unos y con otros, con banqueros, con presidentes autonómicos, con líderes internacionales…, pero en el fondo ha estado posiblemente más solo que nunca desde que llegó a la oposición. Está empezando a vivir la soledad del que tiene que decidir. Sus primeros espadas en la pasada legislatura han dado un paso atrás, sobre todo aquellos que aspiran a ser sus ministros y no quieren que él piense que se postulan o que presionan en ese sentido. De momento, sólo ha señalado a dos personas como elegidas, la que era su portavoz en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, y el presidente del Comité Nacional Electoral del PP, el ex ministro de Agricultura Miguel Arias Cañete. La primera elección era previsible; la segunda, quizá debiera haberlo sido también, pero ha sorprendido mucho más. Arias Cañete ha recibido autorización de Génova para mantener una presencia pública que nadie, ni siquiera el alcalde Alberto Ruiz–Gallardón, ha osado sostener en un momento en el que lo que toca es esperar y cruzar los dedos. Hasta que el presidente señale, salvo las excepciones que él ha querido, todos los demás se han retirado a sus cuarteles de invierno y su escudería en Génova es el gabinete que dirige Jorge Moragas y su directora de Comunicación, Carmen Martínez Castro. Por supuesto que allí sigue el sociólogo Pedro Arriola y también está en permanente contacto con Sáenz de Santamaría, que es quien además le está facilitando, igual que en campaña, la mayoría de los informes exhaustivos y técnicos a los que él es tan aficionado. Con Soraya, como él mismo la llama, almorzó en Génova antes de ir el miércoles a La Moncloa a la primera reunión con el presidente en funciones, José Luis Rodríguez Zapatero, preparatoria del relevo. Y a partir de ahí está siendo Soraya, con un equipo técnico de unas quince personas, la que continúa mano a mano con el trabajo.

Previsible y hermético
Rajoy es previsible, pero también es hermético. Dicen de él los que más le conocen que el cotilleo, el ruido de la especulación, no es que no le diviertan, es que le molestan, y algo de eso debe de haber cuando en el último Comité Ejecutivo, celebrado el lunes después de la histórica victoria, le dijo a su partido algo así como que «escucharéis muchos nombres y muchas cosas, y como os imagináis no saldrán de mí; las cosas se harán cuando correspondan». Según algunos de los asistentes, lo dijo «con sorna gallega, pero también de manera flemática y distante». Parece ser que durante la campaña algunos de los que le acompañaron le escucharon comentar varias veces que hay que «hacer las cosas por el libro», es decir, que hay que ajustarse al reglamento, a los procedimientos y a los plazos. Y eso, sin duda, lo está haciendo, aunque la situación de urgencia que atraviesa España pudiese justificar saltarse las reglas. «El discurso de investidura es la llamada hora azul, el momento en el que en el alba se inicia la jornada», señala un dirigente territorial, que se perfila como uno de sus peones en el nuevo equipo.

El futuro presidente del Gobierno no va a anticiparse a su discurso de investidura ni va a adelantar la composición de su banquillo. En este caso, será el Rey el primero en conocerlo. En la última etapa de oposición, convirtió en uno de sus lemas la idea de que España necesita un plan, y el suyo lo presentará cuando toque, en la investidura. Cree que pese a las presiones de los mercados, de Europa o de la opinión pública para que adelante las decisiones, hacerlo es justo lo contrario de lo que se necesita, porque, hiciese lo que hiciese, «parecería incompleto e impulsivo» y tiraría balas de fogueo. Y por la misma razón no convocará a los partidos para empezar «a remar juntos» hasta que sea presidente del Gobierno. Sea cual sea la situación interna del PSOE, la primera llamada será para su líder porque, como anunció ante la ejecutiva, hará prioritaria esa interlocución en atención a sus siete millones de votantes. Este lunes ha convocado al Comité de Dirección del PP.