Sevilla

Las paradas y las casas magníficas

La Razón
La RazónLa Razón

El viernes después del trabajo había quedado con Manolo Vázquez, uno de los mejores restauradores de Sevilla, en la parada de Huelva en Gato. Había dudado si ir hasta allí por los problemas que supone ir encontrándose con muchas hermandades que vienen camino del Rocío, pero como siempre la Guardia Civil me ayudó magníficamente. Me dieron una ruta con la que llegué perfectamente a la cita, tan bien que lo hice una hora antes de que apareciera el simpecado de Huelva, que por cierto es de una belleza absoluta. No tuve problemas, enseguida unos romeros me atendieron y no faltó ni el rebujito ni la comida, pero la gran sorpresa fue la llegada de la hermandad, algo inenarrable. Después de mucho tiempo la emoción me prendió como una llamarada y las lágrimas brotaron como ríos, qué inmensa alegría haber recuperado lo más auténtico de la mayor romería de Occidente. Como dice una sevillana, otra vez no sólo viví la fiesta, sino que viví El Rocío. El grupo de Manolo es fantástico, él mismo cocinó una fideuá que ni las de Gandía, que tienen fama de ser las mejores. Se cantó y bailó con autenticidad romera, por la noche fui a la maravillosa cena que Loly Reina ofreció en su casa para sus mejores amigos. Esta casa, que ha restaurado con gran elegancia, fue durante muchos años parada obligatoria de todas las personalidades que iban a la ermita. Por poner algunos ejemplos, la Reina Doña Sofía, las Infantas Elena y Cristina, la Duquesa de Alba, Juanita Reina, hermana de la anfitriona, Rocío Jurado, Lola Flores... eran habituales. Al morir el gran médico Eduardo García Otero, esposo de Loly, no la volvió a abrir hasta ahora, cuando de nuevo demostró su categoría como anfitriona. Ya no va a ser como antes, la ha dejado a disposición de sus hijos, Macarena, Rufino y Eduardo. La noche fue de las que no se olvidan, como he dicho, atiende a sus amigos como pocas, con su alegría y su arte marca de la casa, que son contagiosos. No se puede esperar otra cosa cuando está uno en casa de una auténtica Reina.