Grecia

Ruina o sacrificio

La Razón
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El primer ministro griego, George Papandreu, anunció ayer la puesta en marcha del plan de rescate de la economía helena, que constituye un esfuerzo internacional sin precedentes a nivel mundial. Atenas ha negociado un programa de consolidación fiscal trienal con el FMI, la UE y el Banco Central Europeo. Su cumplimiento es una condición inexcusable para que el país pueda acceder a los fondos internacionales de hasta 110.000 millones de euros que ayer acordaron los ministros de Finanzas de la zona euro. La situación no puede ser más crítica, con una deuda pública de 300.000 millones de euros, un déficit público del 13,6 por ciento del Producto Interior Bruto en 2009, y, lo que es peor, la nula credibilidad internacional para refinanciar las necesidades de 60.000 millones de euros anuales en los mercados. Con ese agujero negro en las arcas del Estado, la realidad es, como acertadamente describió el primer ministro heleno, que los griegos deben elegir entre la catástrofe o el sacrificio. El esfuerzo financiero internacional es directamente proporcional a la dureza del plan de austeridad griego, que contempla la rebaja de los sueldos de los funcionarios, la suspensión de las contrataciones publicas, el recorte de las pensiones y la subida de impuestos. El consenso alcanzado para salvar a uno de los miembros de la zona euro no es garantía de éxito. Pero Europa se ha embarcado en el salvamento de Grecia porque ha entendido que no había otra opción. El riesgo de no hacer nada, de abandonar la nave a la deriva era demasiado elevado para una Unión vulnerable al efecto contagio. Nos parecen, sin embargo, legítimos la exigencia y el escepticismo demostrados por ciertos países como Alemania, sobre un proceso en el que las autoridades griegas no deberían salir indemnes. En este punto, España, como presidenta de turno de la UE, ha encabezado la adhesión casi incondicional a un proceso sin tomarse la pausa necesaria para analizar el esfuerzo que suponía el socorro a Grecia. La aportación española al plan de rescate será de 9.792 millones de euros para el trienio que va desde 2010 a 2012. Ese montante equivale a más de tres meses de las prestaciones por desempleo o dos veces la recaudación de los impuestos especiales en el primer trimestre de esta año. El Gobierno debe explicar a la sociedad si ese esfuerzo es proporcional y acorde con nuestra situación de recesión, porque tenemos serias dudas de que los números cuadren. Los organismos internacionales han alertado sobre los riesgos de Portugal, Italia y España y han urgido reformas estructurales. Como hemos repetido, los casos de Grecia y España no son equiparables, pero eso no es un consuelo ni un argumento para no promover cambios profundos y no fomentar una política de austeridad estricta sin medidas cosméticas. En Portugal han sido capaces de sacar adelante un Pacto de Estado contra la crisis. Aquí, el Gobierno se ha limitado a la intentona de Zurbano y ha frustrado cualquier intento serio de un compromiso con el PP. Es tiempo de rectificar.