Bilbao
Ezquerra feliz reencuentro nostálgico
Una singladura a la vez nostálgica y descreída, tan fervorosa como irónicamente nihilista, recorren estos «Sonetos marítimos» de Iñaki Ezquerra (Bilbao, 1957), cuya veta realista, aseverativa, encauza el lirismo hacia lo único que sobrevive a los naufragios: el amor erótico.
El mar es el reino de la ambivalencia, en cuyo seno coinciden la patria prenatal –para el psicoanálisis, el líquido amniótico de la placenta– y la muerte. Es, sin salir de Valèry, el «cementerio marino» y «la mar recomenzada». A través del rigor formal y el discurso irónico, se busca aquí domeñar, marítimamente, esa dualidad inabarcable. «La madera y el mar» se titula el primer apartado, en que aquella es a la vez pasarela o embarcadero y «madero» o esquirla del naufragio. Luego, en «Sonetos del mar castellano» –presidido por «el mar que es el morir» manriqueño–, se muestra la carencia de grandes asideros vitales, cuando, en medio del mar del lenguaje, «nadar es conjugar la nada en verbo»; un espejismo cuya realidad es su «desagüe».
La profusión de homenajes («la playa de Pla en Palafruguell»; «los azulinos» del mar de Cansinos–Assens; los «ojos de buey» de J. Verne; los «grises y ciegos» de Homero...) no hacen sino dar cuenta del tajo de un mar que, junto a la juventud del poeta, ya ha quedado extinto. Y ante el horizonte de «El mar y la muerte», como se titula un poema central, sólo resta celebrar «el lujo del mar parco» entre las piernas y los acantilados que se proyectan en el cuerpo de la amada. Es como, si salvo esa redención erótica, Ezquerra sacara, sobre el escaparate nihilista del agua, el cartel de que también el mar liquida su comercio.
«Los sonetos marítimos»
Iñaki Ezkerra
Huerga & Fierro
79 páginas. 14 euros.
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