Elecciones andaluzas
El rival no es el PP por Andrés Muriel
Por mucho que se enfibrara en algunos momentos el presidente de la Junta, por muchas frases recortadas con cierta enjundia, por muchas pantallas que levantara contra las silbantes críticas de la oposición, por mucha exhumación dialéctica de Keynes, hay una ola mayor que lo envuelve. Que es muy difícil llevar a cuestas. Es muy difícil subirse al atril a defender una región que tiene un 30 por ciento de paro y más de un 50 por ciento de jóvenes pasando los lunes al sol o agostando en costosos másteres universitarios. Pesa demasiado la baraja de fraudes que han aflorado en torrentera. El de los fondos europeos, el de los descapacitados, el de la formación, el de Bahía Competitiva, y sobre todo el de los ERE fraudulentos, con su lodazal de coca, de fiestas, de cientos de millones de euros para la creación de empleo que se han perdido en las aguas bajas del tráfico de influencias, el amiguismo y la francachela.
El PSOE no se puede ya enfrentar –y eso es lo más grave– contra la realidad. Su sistema se ha acabado vengando. Ni siquiera es el Partido Popular con el que pelean, sino con el resultado de treinta años de gobierno que han dejado esta luz crepuscular, ocre, verdinegra. En más de una ocasión ha dicho el presidente de la Junta que uno no cambia de periódico porque lleve muchos años leyéndolo. El problema es que en estos cuatro años de legislatura se han podido leer en los periódicos demasiadas noticias con olor a cadaverina, a descomposición de tripas. Y el viático, insisto, lo han aplicado unos ERE que no eran cosa de cuatro golfillos. Griñán ha cogido el timón de Andalucía en el momento más difícil. Justo cuando estallaron todas las costuras. La crisis, la corrupción, el paro, la melaza pesada que dejan en la boca treinta años de gobierno. En este contexto es imposible subirse a una tribuna hasta para dar los buenos días.
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