Camino de Santiago
Se hace camino al andar
Los lugares convocan pero los caminos unen. Lugares como el santuario del Apóstol Santiago convocan a incontables peregrinos de las más variadas ideas y creencias. Pero el camino que, por diversas rutas, acaba en Santiago une primero a cuantos después convoca el Apóstol.Parece que un camino no tiene sentido sin meta, que lo importante, para el peregrino, s saber a dónde dirige sus pasos cansados cada vez que termina su etapa cotidiana. Parece que lo esencial se oculta antes y después del camino. Antes del camino, lo esencial es la meta: llegar y besar el santo. Pero, en un día como hoy, en el que la Iglesia española celebra la fiesta del Apóstol mirando al lugar donde, según la tradición, descansa, al menos, su memoria, creo oportuno recordar la esencialidad propia del camino jacobeo. Y es que lo esencial no se oculta antes y después del camino. Lo esencial del camino jacobeo y de todo camino de peregrinación está a la vista en el camino mismo. Los caminos unen porque se hace camino al andar. Las rutas ya están trazadas desde hace más de mil años en el camino de Santiago, pero el camino se hace nuevo bajo los pies y la mirada de cada peregrino. Cada uno hace su camino, hace el camino de siempre de una manera nueva. Por eso los caminos unen, porque une el cansancio. El cansancio une porque, a diferencia de las fuerzas, que son distintas para cada uno, el cansancio es el mismo para todos. Así, los cansados se acercan a compartir su cansancio y, al compartirlo, descubren que el cansancio se oculta lo mejor del ser humano: la fuerza de la ilusión rendida. Conmueve la derrota del que ha luchado. Santiago convoca porque su camino une: «Venid a mí todos los que estáis cansados...».
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