Reforma constitucional
El miedo a la libertad produce monstruos
Miguel Ángel Cortés publica un ensayo sobre los 200 años del proyecto liberal en el mundo hispánico
Madrid- Vive en una casa de techos altos, para que las reflexiones tengan algo de aire, porque las abstracciones parece que también necesitan un espacio, un lugar donde ensancharse. «El liberalismo es un sistema de ideas que considera que la libertad y la responsabilidad no son sólo atributos esenciales del ser humano, sino lo que más le conviene a la organización política de la sociedad». En el piso se dan cita obras de arqueología y de arte contemporáneo, que no son más que las reliquias que deja el presente. «El principal problema que tiene ahora el liberalismo es su falta de aplicación. En estos momentos hay más limitaciones a la libertad y de eso se resiente en el conjunto de la sociedad y los individuos. Si viéramos un mapa del mundo con el índice de libertad, bienestar y corrupción, coincidirían los países que tienen más libertad, más bienestar y menos corrupción. Los países con más corrupción tienen menos bienestar y tienen menor vigencia el Estado de Derecho, la independencia, la separación de poderes, la igualdad entre hombres y mujeres, la igualdad de mercado». Cortés, ex secretario de Estado de Cultura, ha publicado, junto a Xavier Reyes Matheus, «Era cuestión de ser libres», una especie de manual del liberalismo, una guía condensada en el que reparte teología política y críticas, y que da la impresión de constituirse como una réplica a esa literatura /panfleto que acapara las mesas de las librerías desde que Stéphane Hessel convirtió la indignación en «best-seller».
-¿Cuáles son los enemigos del liberalismo?
-La libertad siempre ha tenido enemigos. En la Atenas de Pericles ya había personas que admiraban a Esparta militarista. Ahora en las sociedades libres, escritores como Sartre o los Günter Grass o demás compañeros de viaje; sin embargo, lo que elogiaban eran las mayores tiranías que conoce el mundo. La libertad produce miedo porque lleva aparejada responsabilidad y desigualdad. El liberalismo político ha logrado unos mínimos porque hay unos derechos inherentes al hombre, como la sanidad, educación, protección, el desempleo, las minusvalías... la libertad genera posibilidades de desigualdad y eso no lo soportan. El más capaz triunfa, el mejor administrador tiene más éxito, al más ahorrador le va mejor cuando vienen malos tiempos.
-¿Y eso es posible cuando las empresas multinacionales escapan a una nación?
-Serían compatibles si los estados mantienen y aplican los principios de legalidad y de igualdad ante la Ley y de un estado solvente y lo que ha configurado el Estado moderno. Ahora este camino se está desandando. Hay sitios a los que se vuelve a leyes privativas, por razones étnicas o religiosas. Hay sociedades occidentales en las que se aplica la «sharia». Es una monstruosidad desde el punto de vista de la conquista de igualdad ante la Ley. Hay países en los que la igualdad no existe y en nuestras sociedades no hacemos más que crear ministerios de Igualdad, con lo que afirmas que no existe.
-Ha mencionado el islamismo.
-Desde que es la fuerza articulada antioccidental, muchos occidentales que antes defendían el ateísmo científico ahora son cómplices silenciosos, si no activos defensores de eso de lo que llaman el multicultarismo, la diversidad. La sociedad se basa en el pluralismo, pero de ahí a que se piense que por esa diversidad hay que defender la mutilación femenina, el ahorcamiento de homosexuales o los matrimonios forzados...
-¿Y las consecuencias?
-Los enemigos se han aprovechado de la sociedad libre y actúan como quinta columnas. En el comunismo había cárcel y exterminio. Pero las sociedades libres tienen en su seno organizaciones con ideas contrarias a la libertad y sistema liberal. Y hay que respetarlo.
Cortés es un hombre de orden por dos razones. La primera, hasta los papeles del despacho está ordenados; segundo, por su concepción de la acción ciudadana y de la democracia; de su desconfianza por el alboroto callejero.
-¿Y qué hacer?
-Hay que reaccionar civilmente y mantener la batalla de las ideas. Las ideas triunfan cuando el adversario las acepta. El liberalismo triunfa cuando los absolutistas lo aceptan y se vuelven conversadores, o cuando los socialistas ya no defienden la dictadura del proletariado y aceptan la alternancia democrática y la libertad del mercado.
-¿Algún otro mal?
-Ahora en países liberales ponemos excepciones al criterio de igualdad por razones nacionalistas, indigenistas y religiosas; limitamos la unidad de mercado y deterioramos la igualdad de oportunidades por criterios de mérito y capacidad por establecer cuotas por discriminaciones positivas. Habíamos conseguido que no se podía delinquir con la opinión, sólo con la acción. Ahora tenemos delitos de opinión. La corrección política está haciendo estragos frente a la libertad de expresión, información, cátedra...
-¿Qué opina del 15-M?
-Es una de las expresiones de la hidra deslegitimadora de la sociedad abierta. Dicen delante del Congreso que no nos representan cuando acaban de votar 20 millones de personas. La democracia es representativa o no es, y más en las sociedades complejas cuando las decisiones políticas requieren un sosiego. Estos movimientos deciden que hay que hacer esto y lo hacen ellos, quinientos, mil, dos mil, reunidos en una plaza. Una sociedad son sus representantes, aunque deben estar atentos a lo que sucede en sociedad.
-Reconoce la fractura entre gobernantes y gobernados.
-Es algo sobre lo que deberíamos pensar los partidos. La percepción de que los políticos no tienen el nivel que deberían. Los cambios tecnológicos han influido también.
Grass, sigue la polémica
Sobre Grass: «Le gustaron los nazis y los comunistas después. La sociedad libre tiene ese inconveniente y una ventaja. En la sociedad libre tiene cabida, puede incluso expresar ideas contrarias a ella, pero debe respetar las reglas. Y eso ha de contrargumentar sus posiciones. Lo que me preocupa es que hay personas que defiendan incorporar las limitaciones que desean sus enemigos. Antes era al revés», asegura Cortés.
«Era cuestión de ser libres»
M. A. CORTÉS.
X. REYES MATHEUS
Atril
122 páginas, 14 euros
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