Crisis del PSOE
Pepiño Peppone y Don José por Martín PRIETO
Rubalcaba rebusca en la indigencia revolucionaria de los indignados porque son tan pequeño-burgueses como él. Unos y otro ya ni se acuerdan de las listas abiertas al Congreso y nunca se han propuesto profundizar la democracia más allá de las apariencias. Sobre el aforamiento ni se reflexiona para entretener el rato. A los políticos se les dio fuero para que pudieran exponer en libertad sin sujeción a normas jurídicas. El aforamiento nació como garantía de la libertad de expresión de los representantes del pueblo. Como el tiempo todo lo degrada, el privilegio se extendió al Gobierno y valió, tanto para subvertir verbalmente el Código Penal ,como para atropellar ebrios a un anciano en un paso de peatones. El Tribunal Supremo previa concesión (o no) de un suplicatorio algodona cualquier mal trance de la clase política. José Blanco, vicesecretario general del PSOE, ministro de Fomento, ministro portavoz y candidato a diputado en las listas del gubernamental Rubalcaba, puede pasar a la Historia y dar un paso de gigante en el rejuvenecimiento democrático devolviendo la pureza al aforamiento político, renunciando a sus cargos, (en almoneda) y a su candidatura, para defender su honor donde todos hemos de hacerlo: ante nuestro juez natural. El Supremo no está para ver qué hace un poderoso en una gasolinera, reuniéndose con un empresario enjuiciado por sobornos y diciendo esas cosas de la familia Corleone: «Si tú me tratas bien, yo te trataré bien»: nuestro hombre no tiene mucho futuro político ni aunque ganara Rubalcaba, pero todavía puede optar entre el inane Pepiño, el ominoso Peppone o el respetable Don José.
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