Bruselas

La banca central se hace con los mandos

La Reserva Federal y el BCE contienen la crisis, pero exigen atajar el déficit

La Razón
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BRUSELAS- Tiempos excepcionales requieren medidas excepcionales. Cuando ya no quedaban casi recursos para protegerse de la tormenta financiera, los Gobiernos de ambos lados del Atlántico han vuelto a mirar a sus bancos centrales para que mantengan el goteo del dinero fácil a unas economías anémicas que no terminan de despegar, cuatro años después del inicio de la crisis.
Si en EE UU la Reserva Federal anunció que mantendrá el dinero barato, con tipos casi al 0%, y tiene en el horizonte darle de nuevo en otoño a la máquina de imprimir billetes, el Banco Central Europeo hizo lo propio, desplegando toda su artillería, incluidas medidas «no convencionales». Mantuvo los tipos en el 1,5%, siguió con la barra libre de liquidez a la banca para los préstamos a seis meses, y volvió a recuperar la compra de bonos en el mercado secundario a las economías en apuros, Italia y España.
Pero el paso al frente que dio el presidente del BCE, Jean Claude Trichet, casi tropieza en el Consejo del banco, ya que Alemania se resistió a continuar con la «transferencia de recursos» en la eurozona de los responsables socios del norte a los «derrochadores» estados del Sur.
La Reserva Federal estadounidense tiene más fácil recurrir a sus intervenciones menos ortodoxas, ya que, además del control de la inflación, también tiene en su mandato la creación de empleo. Por su parte, Trichet debe recurrir a peripecias argumentales para justificar la compra de bonos, que se realiza como «mecanismo para una correcta trasmisión de la política monetaria al mercado»: para que la inestabilidad no eche al traste las facilidades de liquidez que da.

Compra de bonos
Desde que en mayo de 2010 iniciara la compra de deuda de los países en apuros, el BCE se ha hecho con alrededor de 75.000 millones en bonos de Grecia, Irlanda y Portugal, los tres países rescatados, lo que supone un 14% de los títulos que tienen. Pero la compra de títulos italianos (con una deuda de 1.8 billones) o españoles (580.000 millones) son palabras mayores, por lo que Trichet pidió a ambos países nuevos compromisos en su reducción del déficit. Detrás de esta petición se perciben los miedos de Berlín, que no quiere bombear ayuda a unos estados que ve con los deberes a medias. El Eurobanco se ha convertido en el dique temporal para evitar que la tormenta se convierta en huracán en otoño, lo que hundiría a la eurozona en una nueva recesión.
El relevo lo tomará en septiembre, si todo va según los planes de la Comisión Europea, el fondo de rescate europeo, en pleno proceso de modificación para que sus 440.000 millones puedan intervenir en la compra de bonos una vez subastados y disuadir los ataques de los especuladores. Pero las previsiones pocas veces se cumplen en Bruselas, ya que la Comisión se ha encargado de abrir la caja de los truenos, en este complicado proceso de mejora del fondo, al pedir su ampliación, con algunos mencionando cifras de un billón de euros, igual que el PIB anual español.