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Las mil y una maneras de jurar un cargo

La Biblia, la Constitución y el Crucifijo, sobre la mesa
La Biblia, la Constitución y el Crucifijo, sobre la mesalarazon

MADRID- Como todo ser humano, un ministro pasa nervios en sus grandes momentos. Ayer, en el Palacio de la Zarzuela, cada uno lo disimulaba como podía. Los había, como Báñez o Jorge Fernández, que mantenían una sonrisa hierática; otros, como Gallardón, Morenés o Margallo, casi firmes; el resto cuchicheaban, miraban a un lado y a otro o se abstraían. Soraya Sáenz de Santamaría sonreía, se ponía seria, miraba a sus compañeros... hasta que entraron los Reyes. Rajoy, mientras, impasible. Minutos antes de que comenzara el acto, todos ensayaron, pero eso no impidió pequeños errores, como el de Sáenz de Santamaría, que en vez de jurar «guardar y hacer guardar la Constitución», se comprometió a «jurar y hacer guardar», o Luis de Guindos, que no posó la mano en la Biblia ni en la Constitución sino en medio de la mesa, error que corrigió poco a poco hasta poner la mano en la Carta Magna. Antes que ellos había jurado el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, que como notario mayor del Reino debía dar fe de la jura de sus compañeros de Gabinete. Primero, la vicepresidenta; después, por orden de antigüedad de creación del Ministerio: Exteriores, José Manuel García-Margallo, las dos manos, una en la Biblia y otra en la Constitución; luego Defensa, Pedro Morenés, que comenzó su andadura como ministro muy militarmente, con taconazo incluido antes de cumplimentar al Rey; Hacienda, Cristóbal Montoro, mano a la Biblia; Interior, Jorge Fernández, sonrisa permanente hasta que comenzó a jurar, mano a la Biblia y mirada al crucifijo; Fomento, Ana Pastor, sobria en su segunda vez; Educación y Cultura, José Ignacio Wert, eligió la «fórmula Morenés» del taconazo, puso las dos manos, una en la Carta Magna y otra en la Sagrada Escritura, como Margallo, y mirando a las cámaras juró; Empleo, Fátima Báñez, tranquila; Industria, José Manuel Soria, despacio, voz potente y sobre la Sagrada Escritura; Agricultura, Miguel Arias Cañete, con mano temblorosa pero profunda voz, juró; De Guindos, lo dicho, pese al error, firme; Ana Mato, tras colocarse el pelo sonriente, eligió la Biblia. Al acabar de jurar (que no prometer) todos, posaron con los Reyes y, ahora sí, suspiraron tranquilos.