Historia

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José Tomás: «Ahora soy más mexicano»

La Razón
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Era un hombre feliz y libre. El diestro de Galapagar, José Tomás recibió ayer el alta hospitalaria, justo cuando se cumplía una semana del gravísimo percance que sufrió en la plaza mexicana de Aguascalientes, y no podía estar más contento ni más agradecido. Es un hombre que tiene una nueva oportunidad: «Soy consciente de que estoy aquí gracias a esas manos tan oportunas que en el ruedo taponaron mi herida, al equipo médico que me atendió (...) sin ellos no me hubiera podido agarrar a la vida con la fuerza que me agarré, por supuesto a la virgen de Guadalupe». Salió en silla de ruedas, con cara de estupefacción, serio, pero convencido. José Tomás dejaba atrás un calvario de siete días que comenzaron en el momento en que aquel astado de Garfias a punto estuvo de segarle la vida. Aquella tarde, el toro «Navegante» le propinó una cornada «en la cara interior del tercio superior del muslo izquierdo, de unos 20 centímetros y varias trayectorias, que interesó piel, tejido celular subcutáneo, masa muscular, seccionando la arteria femoral profunda, lacerando la arteria femoral superficial y lacerando la vena fermoral», según reza el parte médico firmado por el doctor Alfredo Ruiz Romero. Traducido: una herida entre la vida y la muerte. Como se vio ayer, triunfó la vida y José Tomás abandonó el Hospital Miguel Hidalgo de Aguascalientes a las doce del medio día (hora mexicana) en una silla de ruedas empujada por su médico personal, Rogelio Pérez Cano. José Tomás ya no es el mismo de antes. Ahora tiene sangre mexicana real. «En esta tierra me hice torero, aquí recibí mi primera cornada grave, desde entonces llevo sangre mexicana en mis venas, me siento mexicano de adopción. Ahora soy más mexicano y estoy más agradecido. Gracias México», dice el espada madrileño. Fue la sangre de los voluntarios la que logró levantar a un torero que estaba al borde del abismo. José Tomás no puede olvidar un gesto tan espontáneo como solidario. Ayer dio las gracias a «los cientos de hidrocálidos que acudieron a donar su sangre para salvarme la vida». Ahora es el perfecto anuncio para las campañas de donación de sangre. Sin eso, Jose Tomás ya sería una leyenda y no, como es ahora, una promesa de grandes tardes de toros.Los que le vieron ayer salir en silla de ruedas suspiraron. Todavía le queda vida para seguir toreando. Como sabe a quién se debe, no se olvidó en ningún momento de los aficionados de España, México y de «todo el mundo» que han estado pendientes de su salud y que han rezado por su recuperación, así como para el personal del hospital que, con sus cuidados, le hizo sentir como en su casa. No admitió preguntas, casi nunca las admite, pero sí se le notó la emoción. Ha vuelto, está vivo: «Gracias a todos, a todos os llevo en mi corazón».