Barcelona

Miles de personas dicen sí a la vida en la Sagrada Familia

«La vida humana no es nuestra, es de Dios, es sagrada, es inviolable». Son palabras del cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, que ofició ayer una misa en la basílica de la Sagrada Familia en defensa de la vida, «desde su concepción y hasta la muerte natural».

El cardenal ofició la misa en la basílica de la Sagrada Familia
El cardenal ofició la misa en la basílica de la Sagrada Familialarazon

En la homilía, Sistach defendió con emoción el derecho a vivir y condenó con contundencia las iniciativas legislativas y políticas que, lejos de promover la vida, ensalzan la cultura de la muerte.

A las 16.00 horas, las puertas del templo proyectado por Gaudí volvió a abrir sus puertas a los fieles para poder celebrar en comunión el Día Internacional de la Vida. Música en vivo dio la bienvenida a los 4.500 invitados, entre familias, grupos y personas de distintas nacionalidades y edades. Y a las 17.00 horas, Sistach entró en la basílica saludando a los presentes, entre ellos el diputado y vicepresidente del Congreso, Jorge Fernández; el presidente del PP en Barcelona, Antonio Bosch; y el alcaldable por Barcelona, Alberto Fernández.

Así dio comienzo una misa cargada de emotividad e intención. Lamentablemente, las palabras de Sistach no fueron escuchados por el resto de partidos políticos, ya que brillaron por su ausencia.

«El derecho a la vida es anterior al Estado, por ello, éste no puede manipular la vida de la persona humana sino que ha de protegerla y servirla», dijo el cardenal. Las políticas y leyes que conducen al aborto provocado «no son progresistas». Todo lo contrario, destacó Sistach, «el fomento de la cultura a favor de la vida, actuar así, es de verdad progresista». Por lo que hizo un llamamiento no sólo a los «cristianos comprometidos en la vida política», sino también a «toda la sociedad», para sentar las bases de «una sociedad libre y democrática que valore y defienda toda vida humana y especialmente la de los inocentes». Porque es la actitud frente a la vida lo que permite «medir el grado de humanización de una sociedad».

«No es posible construir el bien común sin reconocer y tutelar el derecho a la vida», ya que «sobre este derecho se fundamentan los demás», sentenció Sistach, quien, además, recordó a los más desafavorecidos y necesitados, y, en especial, «a las mujeres que esperan a un hijo y se encuentran en situaciones difíciles por su edad, la soledad, la economía, el trabajo, el futuro» que «la Iglesia y la sociedad están y estarán a su lado».

La sociedad civil quiso participar en la eucaristía y lo hizo de manera muy sentida. Matrimonios, familias y jóvenes fueron quienes ofrecieron al cardenal el vino y las obleas sagradas que luego repartió a los fieles. Además, Cristina, en representación de las asociaciones catalanas católicas, leyó un manifiesto por «la humanización del mundo» defendiendo la vida frente a los que la condenan.