Equipados para la batalla definitiva

En Bilbao las camisetas oficiales de la selección se han agotado. Los trabajadores de Primark rebuscan en los almacenes para responder a la demanda de bufandas «low cost». Y en la tienda madrileña de Scalpers, la firma propiedad del Duque de Feria, todos los clientes buscan camisas y polos con el logo del pulpo, emblema de la casa y que ahora se asocia de forma inmediata con el adivino Paul. Nadie quiere permanecer ajeno a la gran fiesta del fútbol y toca exteriorizarlo con la rojigualda en el rostro con pinturas de cara y en el cuerpo a golpe de pintauñas y tatuajes. Entre los artilugios para animar no pueden faltar las rebautizadas vuvuzelas –trompetillas hasta que llegaron a Suráfrica–, las banderas y las bufandas. Para lograr un «total look», bien podría echarse mano de la camiseta oficial de Adidas, aunque podría ser suficiente con un polo rojo y unos «shorts» en amarillo. Para completarlo, Calvin Klein cuenta con una línea de ropa interior de la que es imagen el tenista Fernando Verdasco. En cualquier caso, el «merchandising» patrio es un negocio redondo. Así, la principal productora de banderas en España, Sosa Días, ha vendido más de 50.000 unidades desde el inicio del Mundial. El volumen de ventas de camisetas de la selección vinculadas es más del doble que hace dos años, cuando «La Roja» ganó la Eurocopa.