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Rajoy busca in extremis apoyo del BCE y Berlín

Moncloa resalta que es la propia UE la que tiene que dejar claro su compromiso con la moneda única

Rajoy busca in extremis apoyo del BCE y Berlín
Rajoy busca in extremis apoyo del BCE y Berlínlarazon

Madrid- El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, siguió ayer con «enorme preocupación» la evolución de la crisis en la eurozona azuzada por el huracán griego, que impactó en el bono español haciendo que la prima de riesgo saltara por la mañana hasta los 492 puntos. Aunque por la tarde suavizó ligeramente la presión, cerró en su máximo histórico. Moncloa reconoce ya abiertamente que la situación es «insostenible» y que hay que «adoptar decisiones urgentes, no en cuestión de meses, sino de hoy para mañana». Las primas de riesgo se disparan en sentido inverso a la confianza de un país determinado. En teoría, de cara a los inversores, los ordena de menos serios a más serios, según explican, didácticamente, fuentes del Gobierno. Y eso, en la práctica, se traduce en una huida de la inversión extranjera en un contexto en el que los mercados, de partida, han valorado regular la última reforma financiera aprobada por el Consejo de Ministros el pasado viernes. Oficialmente el Ejecutivo explica los males de nuestra prima de riesgo y del Ibex –cayó un 2,66 por ciento y bajó a 6.809 puntos– en el «pánico» desatado por la incertidumbre sobre el futuro de Grecia. El miedo crece, además, bajo la concatenación de hipótesis con la que ya se juega política y financieramente: que el país heleno salga del euro y que esto, además, sea visto como un precedente que pueda ser seguido por otros países. Pero el análisis interno trasciende esta explicación formal. En el Gobierno admiten que la situación es «tan extrema» que requiere con urgencia decisiones por parte de las autoridades de Bruselas. O dicho de otra manera, que llegados a este punto, España ya no se basta por sí misma y necesita que Europa actúe, que responda de manera inmediata al problema griego y revise el papel del Banco Central Europeo (BCE). «O se inyecta liquidez o se pone en marcha la máquina de hacer dinero, como hizo Estados Unidos, pero esta situación no se puede prolongar más tiempo», explican. Este mensaje es el que guía la política de su diplomacia ante la UE, ante Berlín y ante el BCE. «El BCE no ha llegado a sus límites de capacidad de actuación ni en cuanto a tipos de interés ni tampoco en otros ámbitos de su competencia», sostienen en el Gobierno. En Moncloa, por primera vez, también empiezan a oírse quejas sobre la rigidez alemana. «Nos ha estado llevando a todos del ronzal para salvar a sus bancos de la caída de Grecia y parece que no hay plan alternativo a la confirmación de esa caída griega», sentencia uno de los «fontaneros» del equipo económico monclovita. Creen que la canciller Angela Merkel no va a modificar su política de austeridad ni el Pacto Fiscal, pero advierten de que su inmovilismo arrastra a Italia y a España, y con ello al conjunto de Europa. En un momento «límite», el Gobierno entiende que el futuro está en manos de las decisiones que se adopten en la UE, y que a él lo que le toca es mantener su plan de ajustes del gasto público y de reformas. «Nosotros estamos haciendo los deberes y estamos cumpliendo con todos nuestros compromisos. No se nos puede pedir más en tan poco tiempo. Y es la UE la que tiene que dejar claro su compromiso con el euro y que no dejará caer a ninguno de sus miembros», resaltan. La última esperanza es que las explicaciones sobre la reforma financiera que el Gobierno lleva a Bruselas convenzan y ayuden a calmar «algo» los nervios y a bajar el diferencial de nuestra prima de riesgo con respecto al bono alemán, que ayer, pese a la derrota del partido de Merkel en Renania, siguió ejerciendo de nuevo como valor refugio.


«Grecia tiene la culpa»
El ministro español de Exteriores, José Manuel García Margallo, vinculó ayer la escalada de la prima de riesgo a un factor «externo», concretamente a la situación en Grecia. Margallo subrayó que España ha llevado a cabo importantes esfuerzos, como la reforma bancaria. Según el ministro español, no sólo España, sino cualquier país del euro, «ve como una sacudida externa, que está fuera de su control y le está de alguna manera dificultando la vida».