«Cada día noté cómo me recuperaba tras la caída en el tour»

Forma parte de ese club de élite del ciclismo español, de ése que mantiene pegados al televisor o a la radio a los amantes de este deporte. Una disciplina con sus sombras y sus luces, como en el caso de Joseba Beloki, que tras subir hasta tres veces al podio en los Campos Elíseos, vio cómo ese esfuerzo se manchaba por culpa del dopaje. Contra esto tuvo que luchar casi tanto como en su recuperación tras una terrible caída en el Tour de Francia de 2003, en la que se fracturó varios huesos.
-¿Cree que el dopaje en el fondo también daña la salud de quien lo practica?
-Lo hace con todo el deporte en general. No hay nadie más controlado que un deportista de élite, quien no se va arriesgar a poner en peligro su carrera. Además, hay gran cantidad de sustancias que toma hasta un niño que nosotros no podemos, medicaciones generales. Necesitamos que haya homogeneidad en todos los organismos y que determinados fármacos se puedan tomar con prescripción médica, como los de la alergia común.
-¿Durante su época de profesional le respetaron las lesiones?
-Bueno, me he roto muñecas, tobillos… No mucho.
-¿Cuál fue la peor?
-La caída en el Tour de Francia el 14 de julio de 2003. Fue terrible. Me fracturé el fémur, el codo y la muñeca derecha. Tuve 56 grapas desde la rodilla a la cadera. Pensé que nunca volvería a subirme a una bici.
-Pero lo hizo en menos de un año...
-Sí, es cierto, pero no sin esfuerzo y mucha, mucha dedicación. Y gracias al doctor, amigo y vecino Mikel Sánchez. Me puse en sus manos y por ello me recuperé antes de lo que pensaba.
-¿En qué consistió su aparatosa recuperación?
-Me operaron y me aplicaron factores de crecimiento. Y lo noté. Cada día se veía cómo la cicatriz mejoraba y la recuperación de los tejidos era buena. Si uno es capaz de imaginar una rotura de fibras de tres centímetros en el muslo que lo multiplique por mil por todo lo que yo tenía.
-¿Fue dura la rehabilitación?
- Bastante. Me puse en manos de una fisioterapeuta y en nueve meses volví a la carretera. Fue sorprendente lo rápido que me recuperé.
-Además de la parte física, ¿cómo se encontraba mentalmente?
-No muy bien. Pensé en tirar la toalla en un par de ocasiones.
-¿Qué consiguió que no lo hiciera?
-La ilusión por mi profesión. Yo quería ser ciclista y el día que tuviera que dejarlo lo haría como tal, subido en una bicicleta.
-Ahora, ¿permanece enganchado al deporte?
-Sí, bastante. Me he hecho corredor de a pie. Corro medias maratones, la última la de Nueva York. Me he aficionado mucho a este deporte.
-Y, ¿la bici?
-También, pero menos. Me condiciona mucho el tiempo. En Vitoria con el frío y la lluvia no apetece. En verano, sí que me hago unos kilómetros.
-Es atleta casi profesional, ¿cómo se prepara?
-Martín Fiz es mi entrenador y corro de tres a cuatro días en semana.
-¿Alguna vez ha practicado pilates o yoga como parte de su preparación o recuperación?
-No, la verdad es que no.
-¿Se somete a un chequeo médico completo periódico?
-Sí por lo menos una vez al año. Hay que saber cómo está el cuerpo.
-¿Sufre algún tipo de alergia?
-Al polen, a las gramíneas.
-¿Cuántas horas duerme al día?
-Unas ocho mínimo.
-¿Ha empleado alguna vez la medicina natural?
-Sí. Sobre todo la homeopatía, ya que por las razones de control antidoping no te queda más remedio que acudir a otras fuentes para poner remedio a algunos problemas de salud, como el asma.
-¿Sigue una alimentación saludable por «exigencias del guión» o por convicción propia?
-Por costumbre. Lo he heredado de mi época de profesional como ciclista. Un hábito saludable que nunca he perdido. Además, ahora que corro también necesito seguir unas pautas, sencillas, para controlar las digestiones y demás, que te sirven para estar mejor.
-Pero, ¿se da de vez en cuando alguna tregua en su menú?
-Hombre, ya no es tan estricto como antes, ya que me lo puedo saltar en festivos, reuniones y celebraciones.