Congreso Extraordinario del PSOE
Cien días por Iñaki Zaragüeta
Rubalcaba pertenece a una estirpe única. Muy pocos tienen a su alcance vender más ofreciendo menos. Su estilo me trae pasajes enfrentados. Por un lado, recuerdo los paseos con mi abuelo Nicolás por la feria del Pilar, allá cerca de la Romareda, escuchando a los charlatanes capaces de colocar su invento «ni por cinco, ni por cuatro, ni por tres… ¡por una peseta!» el más insólito instrumento inútil, y el fraile apocado que trasmitía credibilidad por la forma de trasladar el mensaje, no por el contenido. Lo argumentó Zapatero cuando le nombró vicepresidente «un experto comunicador», frase que, en las circunstancias del momento, significaba la capacidad para «vender motos», para disimular los desaciertos de aquel Gobierno y, si era posible, engañar al electorado y al principal partido de la oposición, a la sazón el PP. Se trataba del intento por repetir aquella vergonzante opera-ción, la Historia la desvelará, durante la jornada de reflexión tras el 11-M de 2004.
El varapalo recibido en las urnas el 20-N no ha inmutado a Pérez Rubalcaba. Ni el servicio de Estado, ni el compromiso solidario para sacar a España de la crisis han hecho mella en él. Como aquel 13 de marzo, prefiere optar por la política de barricada, tomar la calle y que sea lo que Dios quiera. Siempre con el aspecto, como dicen en mi pueblo, de no haber roto un plato. Como aquél que trata de ser transparente y la suciedad le traiciona por los poros. Problema: cada vez le sirve menos la piel de cordero.
En cien días como cien soles, Rubalcaba ha desvelado su prioridad: recuperar la izquierda y acosar a Rajoy y a su Gobierno. Sólo le faltaba que se le pelara el cuello y se le encorvara la nariz. Así es la vida.
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