Alicante

El «Año Gades» honra al hombre que militaba en la vida y en el baile

El legado de Antonio Gades, un hombre que no era perfecto, pero era "ejemplar", que fue un revolucionario dentro y fuera del baile, "es también el de la cultura española"porque su "luz", como recuerda a Efe su viuda, Eugenia Eiriz, con motivo del inicio del "Año Gades", está en el alma del flamenco.

Eiriz vio por primera vez al bailarín y coreógrafo, que en realidad se llamaba Antonio Esteve, un día del verano de 2002 entrando en la cantina del Teatro Real, donde él iba a representar "Fuenteovejuna", y pensó que era "como Julio César, tan moreno y con su pelo blanco"y "algo"se le agarró al estómago.

Él tenía 65 años y ella 28. No se separaron hasta su muerte, el 20 de julio de 2004, apenas 12 días después de que Eiriz se convirtiera en su cuarta esposa, porque él quería, recuerda a regañadientes porque le da "pudor"contarlo, que fuera su "mujer", no su novia, su amante o su compañera.

"Antonio era 'el hombre', y una de las cosas más bellas de mi vida será haber estado a su sombra", presume su viuda, que luce en su mano las dos alianzas unidas.

Pasó un año "muy malo"porque su historia fue "muy corta pero muy ancha"pero desde entonces no sólo bendice cada día que pasó con él sino que dedica todos sus esfuerzos a la Fundación Antonio Gades, que vela por su legado y que ha propiciado la reactivación de su compañía de baile.

Gades (Elda, Alicante) cumpliría 75 años el 16 de noviembre del próximo año y la Fundación, que preside su hija María -primogénita de las tres que nacieron de su matrimonio con Pepa Flores-, ha organizado con ese motivo lo que denominan el "Año Gades", en el que quieren "llamar la atención"sobre la importancia de su obra.

"Nos marcamos objetivos pequeños y vamos saliendo adelante porque nos ilumina una luz muy clara: la de Antonio Gades", señala, convencida de que "poco a poco"lograrán más apoyo institucional para sus iniciativas.

Las conmemoraciones empezarán el próximo día 3 en el Teatro García Lorca de Getafe, sede de la Fundación y de la compañía de baile, con dos exposiciones, una, con obra gráfica de Antoni Miró, y otra con materiales que recuerdan los 60 años de carrera de Gades.

Le seguirá una representación en el Auditorio Nacional de "Fuenteovejuna"-la última de las apenas siete coreografías que hizo: "soy más lento que el caballo del malo", justificaba- , la participación de la compañía en la gala del 31 de diciembre en el Real, una gira por Francia y varios lugares de España, y "otras cosas"que Eiriz no quiere desvelar aún.

Este "hombre que no era perfecto pero sí ejemplar", como dijo la bailarina Alicia Alonso del artista, que se definía como "un trabajador del baile", jamás apostató de sus principios vitales, de su ansia de libertad, que sublimó en su pasión por el mar, y de su militancia comunista, siempre cerca de Cuba -donde se esparcieron sus cenizas- y de Fidel Castro.

En una vida que fue un ensayo interminable, concentrado en buscar ese arte que, advertía él, no estaba en el movimiento sino "entre paso y paso", transmitió a quienes trabajaron con él, como la directora de la compañía, Stella Arauzo, el gusto por la búsqueda en las raíces flamencas huyendo "del exceso de oropeles y virtuosismo".

"El camino que él creía que la danza tenía que seguir es el que él hizo y pensaba que se podía seguir construyendo sobre eso", destaca Eiriz.

Respetaba "muchísimo"a sus compañeros y pensaba que el patrimonio artístico español era "muy importante"y que el Ballet Nacional, que le tuvo a él como primer director, debía ser el depositario del "conjunto de obras maestras"que identifican la danza del país.

La Fundación, recuerda Eiriz, podría ceder las coreografías de Gades a otras instituciones pero quieren ser ellos quienes velen por la filosofía de su baile, que él renovó con unas composiciones que exploraban en la danza como un arte total.

"El decía 'yo no he inventado nada, todo está hecho' y acabamos de encontrar un tríptico de Fra Angélico que es la misma composición que él utilizó para 'Fuenteovejuna'", se admira.