Crisis del PSOE
La piña colada
Las broncas en el partido socialista de Madrid, la antigua FSM, vienen de muy lejos. En los finales ochenta y primeros noventa fue el campo de batalla principal entre los guerristas y los llamados renovadores. Claro que los dirigentes de entonces pertenecían a otra categoría muy superior a la de hoy. Solana, Leguina, Pepe Acosta, Matilde Fernández y todo un elenco de primeros espadas que le daban sopas con hondas a los Gómez, Trini y al propio Lissavetzky. Los únicos méritos del actual secretario de Estado para el Deporte son su buena educación y su bajo perfil político, que no le van a ayudar en la pugna por la Alcaldía de Madrid, donde la figura de Ruiz-Gallardón es sencillamente inmensa. Me ha hecho gracia leer sus declaraciones en las que afirmaba que los socialistas madrileños son una piña. Sí señor, una piña colada, con más agujeros que un queso gruyère. El proceso de primarias no es la consecuencia de la democracia interna, sino de la lucha por el poder en un territorio que es prácticamente imposible de reconquistar. El pobre Tomás Gómez dejó su Alcaldía en Parla, una de las grandes ciudades-dormitorio de la provincia de Madrid, en la creencia de que estaba llamado a grandes destinos. Pero su impaciencia y su falta de inteligencia política le han dejado a los pies de los caballos. En octubre lo normal es que Trini Jiménez gane las primarias y Gómez desaparecerá para siempre tras haber querido ser trueno y quedarse en lamento. Quizá sea mejor para él, porque el batacazo que se iba a dar frente a Esperanza Aguirre en las autonómicas del próximo año iba a ser de tal calibre que nadie volvería a acordarse de su paso por la política con mayúsculas. Ya se sabe que soldado que huye sirve para otra batalla, y Gómez debería haber sido lo suficientemente hábil como para retirarse al ver que el aparato de su partido no le apoyaba. Pero no, ha decidido hacer suyo el dicho de que cuando el tonto coge la linde, la linde se acaba y el tonto sigue. A Gómez se le acabó la linde hace ya muchos meses cuando José Blanco empezó a cuestionar su liderazgo y su carisma para enfrentarse a Esperanza Aguirre. Y tal como se están poniendo las cosas va a dar lo mismo quién se enfrente a la presidenta de la Comunidad porque la falta de credibilidad de cualquiera de los dos candidatos es tan enorme que sólo un milagro haría cambiar a los madrileños de opinión. Esa piña colada de los socialistas madrileños carece de toda credibilidad para enfrentarse a Aguirre y a Gallardón, que han sido el motor de una transformación histórica. Así que por mucho que la propaganda socialista nos quiera hacer creer que esto de las primarias son la máxima expresión de la democracia interna del PSOE, a la gente lo que le interesa es que el Ayuntamiento de la capital y la Comunidad entera han crecido en todos los aspectos gracias a los gobiernos del PP. Ni Trini, ni Gómez ni Lissavetzky tienen la menor idea de lo que necesitan Madrid y los madrileños. Han estado demasiado ocupados en bailarle el agua a ZP, que quiere conservar los votos catalanes aunque para ello tenga que pasarse la sentencia del Tribunal Constitucional por el forro, como ya ha anunciado que piensa hacer.
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