La magia eterna del H2O ecológicamente por Ramón TAMAMES

El Día Mundial del Agua se presta a
consideraciones muy diversas, empezando por el hecho de que el líquido elemento, según las hipótesis científicas más recientes, llegó a nuestro planeta con los meteoritos y cometas que acribillaron a la Tierra en los tiempos inmediatos a su formación, hace varios miles de millones de años.
Por lo demás, la importancia del mágico fenómeno hídrico viene apreciándose desde la antigüedad clásica, como lo muestra la específica mención de Aristóteles de los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego… para ya en el siglo XIX llegar a más de un centenar en la tabla periódica ideada por Mendelejev.
Esa trascendencia también se hace patente en multitud de máximas populares, como aquella de «agua que no has de beber, déjala correr»; expresiva de su valoración como recurso fundamental para la vida, empezando por saciar la sed.
Por otra parte, la frase «transparente como el agua», da idea de la máxima estima de su nitidez. Con las tres características de inolora, incolora e insípida; que definen algo tan decisivo como la calidad para sus múltiples usos.
Las precipitaciones se imbrican en el ciclo del agua. Y en ese sentido, el proverbio de «nunca llueve a gusto de todos», es la justa apreciación de los dos extremos de penuria o torrencialidad. Un tema, que nos lleva a formular la mejor política hidráulica para luchar contra la sequía y las inundaciones.
Y para terminar estas reflexiones sobre agua y vida, recordaré al economista español más importante de la primera mitad del siglo XX, Antonio Flores de Lemus. De quien es el pareado, «agua y sol en Castropol/y guerra en Sebastopol». Refiriendo así que nuestra economía, en sus tiempos todavía muy dependiente de la agricultura, florecía con la abundancia de agua y calor, para producir más en el campo; circunstancia que aun podía mejorar con aumentos de precios para las exportaciones agrícolas a causa de cualquier contienda bélica, como en la frase lo era la Guerra de Crimea.