Fracasa un ataque coordinado contra el Estado Mayor del Ejército iraquí

Hasta seis terroristas suicidas, equipados con armas de fuego y cinturones explosivos, participaron en la mañana de ayer en un ataque coordinado contra el cuartel de Rusafa, en Bagdad, en el que murieron doce personas y otras 36 resultaron heridas. Tras el atentado, las Fuerzas de Seguridad iraquíes pidieron ayer por primera vez desde el pasado 31 de agosto la contribución puntual de las tropas norteamericanas en el combate contra los insurgentes.

Según la reconstrucción de los hechos, dos de los atacantes trataron de abatir a los centinelas de la puerta para abrir paso al resto del comando, que viajaba en un microbús. Pero los soldados, escarmentados por otro asalto reciente que causó la muerte de 57 reclutas, abrieron fuego e hirieron a los terroristas. Éstos hicieron estallar sus cinturones provocando varias muertes entre los soldados iraquíes. Frustrado el plan, dos de los atacantes se volaron dentro del microbús, en el que viajaban algunos trabajadores del complejo militar, mientras los otros dos se refugiaban en un edificio cercano, desde el que resistieron más de una hora, antes de ser abatidos por los militares.

En el tiroteo fue alcanzado un oficial. La base militar de Rusafa era la antigua sede del Ministerio de Defensa durante el régimen de Sadam Hussein y ahora sirve como centro de reclutamiento y sede del Estado Mayor del Ejército iraquí. Se ha convertido, junto con el Banco Central, en uno de los principales objetivos de la insurgencia. Tanto el Ejército iraquí como la Policía están sufriendo el peso de los ataques terroristas, tras los que algunos observadores ven una amalgama de antiguos seguidores de Sadam, militantes vinculados a Al Qaida o milicianos chiitas. Y el Gobierno todavía está en el aire.