Libros
Sospechosos filántropos por Sabino Méndez
Cómo deben sentirse los quincemayistas partidarios del todo gratis después de ver en la Prensa los 18 coches de lujo que tenía el dueño de Megaupload? Un poco defraudados, supongo. Y, sin embargo, la cosa es lógica porque de un defraudador lo mínimo que se puede esperar es que te defraude. A mí, estos emprendedores que pretenden dar ejemplo de sacrificio por el bien general de las masas siempre me han provocado recelo. Principalmente porque no creo en el sacrificio. No me gustan los sacrificios humanos; creo que son propios de tribus de tiempos de la barbarie. Concibo como más alcanzable y humano algo más modesto pero efectivo: un poco de desprendimiento, un poco de generosidad. Eso sí, nos va a costar practicar la generosidad con alguien que ha demostrado ser incapaz previamente de practicarla compartiendo con los demás. Por ejemplo, compartiendo sus beneficios con los legítimos autores de aquellas obras que se dedicaba a transportar. Y es que uno termina preguntándose por qué estos generosos partidarios del compartir, gustan siempre de compartir los contenidos ajenos, pero nunca muestran disposición a compartir los beneficios propios. Ahora que el dueño de Megaupload ha pasado, gracias a las revelaciones de la Prensa, a figurar entre los privilegiados de ese sistema tan opresor y malvado que te obliga incluso a pagar por comprar lo que quieres, yo creo que los quincemayistas están obligados a reflexionar sobre su visión desenfocada del derecho de autor. El autor, para disfrutar de su derecho, tiene primero que aceptar también unos deberes: de manera preeminente el deber de crear una obra que interese a sus semejantes. El que pretende tener derecho de acceso gratis a cualquier contenido cultural ¿qué deber pone primero sobre la mesa a cambio? Me gustaría saberlo. Derechos y deberes: lo de siempre.
✕
Accede a tu cuenta para comentar