Viena
Korchula: medievo en el Mediterráneo
Desde el mirador de su casa en la ciudad de Korchula, una bellísima fortaleza medieval, el viajero más ilustre de todos los tiempos, Marco Polo, contemplaba la sinfonía de colores de Dalmacia y un horizonte que un día haría suyo.
La sexta isla más grande del Adriático, Korchula, presume de una luz única y provocadora, propia del Mediterráneo, sin tapujos, que matiza con maestría los colores de la naturaleza. La isla es un vergel en el que crecen diferentes especies de pinos y cipreses salpicados por olivos, algarrobos y laureles. También es famosa su lavanda, que cubre los campos de Croacia y se ha convertido en su perfume natural. Hoy en día es una isla dedicada al turismo que ofrece más de lo que se le puede pedir a cualquier destino: un clima benigno, una naturaleza bella y exuberante, una gastronomía natural y una historia con personajes ilustres, entre ellos, el gran viajero Marco Polo.
A pesar de las muchas cunas que ha tenido, según documentos escritos que datan del siglo XV, y sobre todo según la tradición oral de los proverbios, canciones y leyendas, la familia Polo vivió en Korchula durante siglos, siendo famosos en todo el Mediterráneo por su arte y destreza en la construcción de barcos de madera.
La casa donde supuestamente nació el más grande viajero de todos los tiempos, en el año 1254, se esconde entre la magnífica arquitectura renacentista y gótica veneciana de la isla. Es una mansión angosta cuyas escaleras conducen hasta la torre desde la que se divisa el mar turquesa e impoluto del estrecho de Peljesac, los tejados rojos de la ciudad y muchas construcciones en las que destacan los trabajos de tallado de la piedra que los artesanos de Korchula aprendieron de sus vecinos de Dubrovnik durante el siglo XIV.
Perteneciente al condado de Dubrovnik-Neretva, la isla está situada en el archipiélago dálmata central, separada de la península de Peljesac por el estrecho. Sus atractivos son tantos que ya por el año 1898, cuando el fenómeno sociológico del turismo no existía aún, el Consejo Municipal de Korchula decidió fomentarlo como fuente de recursos económicos y en Viena, a principios de 1914, se editó un prospecto turístico sobre los encantos del lugar en varios idiomas.
Las raíces de la isla, igual que las del pino negro que la caracteriza y de donde se cree deriva su nombre griego Corfú (negro), son fuertes y tienen solera. Se remontan a tiempos ancestrales y a influencias fenicias, helénicas, romanas, eslavas... que dejaron su impronta cultural y una rica historia.
El día es claro y el brillo de la luz hace que la contemplación de Korchula parezca casi irreal. La ciudad es una bellísima fortaleza medieval en la que no faltan sus torres. A lo lejos se divisa un barco de madera que llega cargado de turistas, y un hermoso velero de Aurora Maris que navega entre islas y también el ferry cruzando a Orebic, en la península de Peljesac. Vista desde el mar, la ciudad de Korchula dibuja una silueta perfecta de pala en la que sus calles se laminan a modo de espina de pez, que permite la circulación del aire entre ellas, pero evita el ataque de los fuertes vientos.
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