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Qué difícil es hacer películas por Carlos PUMARES

La Razón
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¡Qué difícil es esto del cine! Más bien, es la inutilidad de ciertas personas que, sin estar capacitadas lo más mínimo para ello, hacen películas. Otros inútiles, las programan en un festival. Y nosostros las sufrimos. Esta reflexión es por culpa de un subproducto rumano llamado «En algún lugar de Palilula», de un tal Silvu Puacarete que, según dicen, es un gran director teatral y esta es su primera película. ¡Qué alguien le prhíba hacer otra! Encima la ha escrito. La gente se iba del cine que daba gusto. Ciento cuarenta minutos idiotas, absurdos, ilógicos y feos. Demostrativos que este señor no tiene la menor idea de hacer cine. Día de México en Valladolid. Y a concurso «La vida precoz y breve de Sabina Rivas», de Luis Mandoki. Por una vez los emigrantes no van a Estados Unidos sino a Guatemala o México, así que los malos son la policía mexicana, el ejército mexicano o las bandas de criminales protegidas por la policía. Una chica muy mona -solo eso- quiere emigrar. Se dedica a la prostitución. Es una película correcta pero no llega. No llega al culebrón culebrón, no se mete de lleno en la corrupción y aunque posee un cierto buen ritmo, lo rompe en el momento final dramático, con un flash-back de algo que se había contado. ¡Qué difícil es hacer películas! Quizá la mejor del día haya sido «Los caballos de Dios», de Nobil Ayouch. La historia es una interpretación libre de los atentados de Casablanca el 16 de mayo de 2003. La película retrata muy bien el barrio marginal de Casablanca. La pobreza, la violencia, la ignorancia... es el caldo de cultivo para el integrismo religioso. Vemos niños en ese entorno. Crecen y, poco a poco, se autoconvencen de la grandeza de ser un mártir. El filme está muy estructurado, incluyendo las dudas, los entornos familiares y la culminación. Pero ¿Eran necesarios tres terroristas para un restaurante? ¡Qué difícil es hacer películas!