Nueva York

Nieves Álvarez: «El hombre español es muy clásico Esa camisa rosa…yo la borraría»

Se acabó el mito de la guapa-tonta. Una de nuestras guapas oficiales, la modelo más top y más aclamada de entre las españolas, acaba de cumplir veinte años en el mundo de la moda y lo celebra contando algunos de sus secretos.

Nieves Álvarez: «El hombre español es muy clásico Esa camisa rosa…yo la borraría»
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No de belleza –ella simplemente es así–, ni de las pasarelas –aunque nadie olvida que desfiló junto a Carla Bruni o Karen Mulder–, sino de ese lado de su personalidad que no se ve en las vallas publicitarias y que se refleja en sus convicciones políticas, en su alma de empresaria y en su gusto por los clásicos: «Ahora disfruto releyendo ‘‘Crimen y castigo'' y otros libros que nos obligaban a estudiar en el ‘‘cole'' antes de tiempo».

–Mucha gente piensa que las modelos no trabajan…
–¿Eso es lo que piensan de nosotras? Pues les invito a que pasen un día conmigo. En ocasiones, me toca despertarme prontísimo, hacer una sesión de fotos durante horas en la que no sólo tienes que posar sino meterte en el papel o hacer un «fitting». Recuerdo algunas sesiones de fotos internacionales muy duras y a fotógrafos que me lo han hecho pasar muy mal. Y antes, cuando estaba más en el meollo de la moda, estaba constantemente en un avión, un día en Nueva York, otro en París… Una modelo trabaja. Aunque hay trabajos más duros, claro.

–¿Entonces no todo es glamour, sexo, alcohol, drogas y rock'n roll?
–Bueno, yo no tengo nada que ver con el alcohol , las drogas y el sexo… Nunca me han hecho proposiciones extrañas, ni he vivido situaciones confusas… Sólo recuerdo una ocasión, en Nueva York, en la que una agencia me invitó a una fiesta que luego, según me contaron, resultó ser algo más. Yo no fui. Debió de ser intuición. Respecto al rock'n roll, ¡me gusta mucho bailar! Pero no todo es tan bonito. El otro día una señora me decía que siempre me veía estupenda y que sería porque seguro que me regalaban los trajes… Pues no.

–Hombre, alguna vez sí, ¿no?
–Alguna, sí. Pero muy de vez en cuando.

–Amadrina marcas, sigue desfilando, ahora como musa, hace publicidad, diseña ropa para niños…¡Y va a muchas fiestas! ¿Eso también es un trabajo?
–Pues últimamente, sí.

–O sea, que cobra por ir…
–No, a menos que sea imagen de la marca. Si me ves en los premios Marie Claire o Telva no estoy cobrando, pero incluso diría que es un trabajo. Yo no tengo una estilista, me debo vestir sola y desde el mes anterior llamo a los diseñadores para ver lo que me quiero poner.

–Y como cualquier cosa le sienta bien, todos encantados de prestarle sus trajes, ¿no?
–(Sonríe a modo de asentimiento. Es un resto de su timidez de niña). Hay muchas estilistas muy buenas que ayudan a actrices y modelos, y les facilitan bastante la vida, pero yo conozco a muchos diseñadores, tengo trato directo con ellos y me gusta crearme mi propio estilo.

–No sé si la gente lo va a entender como trabajo, Nieves… ¡Hablemos de política! Escuché que no le gustaba Zapatero. ¿Está más contenta con Rajoy y sus subidas de impuestos?
–No es que no me guste el señor Zapatero, por Dios, no tengo nada contra él. Pero yo creo que no ha sabido gestionar el país en este tiempo de crisis. ¿Si me gusta Rajoy? Creo que tenemos que darle una oportunidad. No me gustan las subidas de impuestos, pero es que el Gobierno tiene que tomar medidas y todos tenemos que apechugar con ellas y luchar, porque si no, vamos a hundir este país.

–Es decir, que está dispuesta a soportar una reforma que, según ha dicho el presidente, le va a costar una huelga…
–Pero es que ésa es la reforma «number one». Para poder tener empleo y para que los empresarios y la gente que contrata no tenga miedo a contratar, es imprescindible una reforma laboral. Yo creo que, por mucho que nos duela, para activar la economía es necesario que los empresarios tengan la oportunidad de contratar, y si la persona contratada no funciona, no sentirse esclavizados y poder echarla.

–¿Habla como empresaria?
–Yo soy empresaria de mí misma y, además, tengo mi empresa de ropa infantil. De hecho, voy a abrir mi primer «corner» en El Corte Inglés de Castellana, donde tendré mi primer N+V.

–Este fin de semana se decide si Chacón o Rubalcaba se quedan al frente del PSOE. ¿Ha seguido su campaña?
–La guerra Chacón-Rubalcaba. No, no he seguido la campaña con mucho interés porque creo que cuando se necesita un cambio político y de imagen en un partido hay que buscar caras nuevas y yo pienso que ninguno de los dos lo son… No me convencerían.

–Volvamos a la moda. Ha trabajado usted con los más grandes: Lacroix, Saint Laurent, Prada, Armani… ¿Con cuál se queda?
–Por todo lo que representa en mi vida personal y en mi carrera, con Saint Laurent. Aún recuerdo cómo se alegraba de verme cuando pensaba que no iba a ir a los desfiles de alta costura y yo aparecía. Me recibía gritando: «¡Nieeeeves! ¡Nieeeeves!».

–¿Ha cambiado mucho la moda en estos veinte años?
–Sí. Antes era más divertido y espontáneo, ahora se ha profesionalizado todo, se ha vuelto más serio… No sé si lo de antes fue mejor o peor, pero me siento una privilegiada por haber vivido aquella época mítica.

–¿Y ahora cómo ve la moda en España?
–A la industria aún le falta bastante para ser como la de Francia o Italia, que generan mucho dinero. Hay talento en grandes empresas como Zara y otras firmas, pero el diseñador, el creador español, tiene muchos problemas para salir adelante.

–Pues hay quien dice que las subvenciones de la moda son incluso más injustas que las del cine…
–Injustas… Pues unas más que otras. Pero sí que es cierto que nuestros diseñadores tienen una gran suerte –los que la tienen–, porque, si te pones a pensar, en ningún otro país del mundo les subvencionan los desfiles. Lo que pasa es que yo creo que es una oportunidad que se le da a nuestra moda de ser vista y conocida. Lo que ya no sé son las reglas por las que se rigen para dar subvenciones a unos o a otros. Desconozco el tema, pero no será fácil, imagino.

–Hablando del cine, ¿nunca le han propuesto algún papel?
–Tres veces en mi vida, pero era de modelo tonta. Luego lo hizo esa gran modelo que era Shalom… Más tarde un gran director italiano, Pepe Abati, me hizo una prueba para un papel protagonista en el que tenía que hacer de ciega, pero el rodaje coincidía con el día de mi boda y claro… No sé si decirte que me entusiasma. Si me ofrecieran algo bonito tal vez lo haría, pero creo que una actriz ha de estar muy preparada y que no puedes decir de la noche al día «soy actriz». Aunque yo interpreto: me monto una cantidad de películas cuando hago fotos…

–Para que luego le retoquen con Photoshop…
–Photoshop no es una novedad. En los años 30 las fotos se retocaban con pinceles y ahora se hace con ordenador. Es un instrumento artístico muy bueno. Se hacen verdaderas obras de arte y es bonito. Lo que pasa es que con nosotras se pasan de retoques, nos convierten en verdaderas barbies y no somos creíbles. Está bien corregir imperfecciones y vender ilusiones, estética y arte, pero en su justa medida.

–Sea sincera: ¿en España se viste bien o mal?
–Pues yo creo que bastante bien. Mucho mejor la mujer que el hombre, que me parece demasiado clásico. Él debería arriesgar un poco más. Cuando estoy fuera de España distingo un hombre español a distancia. La camisa rosa esa… ¡yo la borraría!


Personal e intransferible
Veinte años después, la deliciosa cara de manzanita de aquella jovencísima Nieves Álvarez –«así me llamaban por mi cara redondita»- se ha transformado en un rostro anguloso y perfecto. No es raro que ella se encuentre mejor ahora. Nos pasa a todos. A su marido, a sus padres, a su hermano, a sus tres hijos, e incluso a quienes, sin formar parte de esa familia que ella adora, la admiramos desde lejos. Tal vez por eso todos queremos que nos desvele sus trucos de belleza, pero la verdad es que a ella le tocaron esa cara y ese cuerpo en el reparto. Podía haberse operado el pecho o haberse retocado algo, pero ella prefiere que la retoque Photoshop, «que duele menos». Mientras prepara el libro que le ha birlado a su padre –«La tienda de antigüedades» de Dickens– me comenta en castellano –aunque también podría hacerlo en inglés, francés o italiano– que si volviera a nacer, sin duda, volvería
 a ser modelo.


DE CERCA
«En la época de las modelos andróginas como Stella Tennat me corté el pelo y me dije: ‘‘Yo también puedo ser fea''». No lo consiguió y sus fotos de entonces, en las que sale guapísima, como siempre, se cuentan entre las mejores de su carrera.