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OPINIÓN: La Cuaresma de un año difícil

La Razón
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El próximo miércoles iniciaremos el tiempo de Cuaresma con el tradicional rito de imposición de la ceniza sobre la cabeza. Este gesto va acompañado por unas palabras evangélicas que son como el resumen de la espiritualidad de este tiempo que empezaremos: «Conviértete y cree en el Evangelio».
El tiempo de Cuaresma es un camino hacia la Pascua pasando por la Pasión y la Cruz. Estos cuarenta días cuaresmales son propicios para crecer en el silencio y en la interiorización de nuestra vida. Necesitamos profundizar en nuestras convicciones de la fe cristiana. Necesitamos llenar nuestro interior de la riqueza de la Palabra de Dios. Esto nos comporta vivir momentos de desierto, en medio del ruido y de las preocupaciones de la vida de cada día. Momentos de oración y de reflexión sobre nuestra fe. La oración es precisamente el primero de los tres objetivos que marcan la espiritualidad cuaresmal: la oración, el ayuno y la limosna. Este año somos invitados a vivir especialmente esta dimensión espiritual de la Cuaresma con la celebración en Barcelona y en las otras once grandes ciudades europeas de la llamada «Misión Metrópolis».
La práctica del ayuno nos invita a la sobriedad y es también una llamada a vivir la solidaridad. Esta virtud humana cristiana es siempre necesaria, pero es especialmente urgente en este tiempo de larga y fuerte crisis económica. Si en verdad, durante esta Cuaresma nos convertimos a Dios, también nos hemos de abrir con generosidad a las necesidades de las personas más vulnerables de nuestra sociedad, a las personas más afectadas por la crisis actual. Así nos lo proponen los textos de la Biblia que leemos en el tiempo cuaresmal, y así nos lo pide el Papa en su mensaje cuaresmal dirigido a toda la Iglesia.
Ante la Cuaresma de este año, que todos calificamos como difícil, creo que debemos preguntarnos qué podemos hacer para que la situación general mejore y podamos superar así la crisis actual, sin volver a modos de actuar que se han revelado nefastos. Esto exige reformas estructurales, que son en gran parte responsabilidad de los políticos y de los gestores de la vida pública. Pero no podemos olvidar la función de la responsabilidad personal. De ésta nunca podemos prescindir los cristianos.
En este sentido, me complace decir que nuestros cristianos y cristianas están haciendo un gran esfuerzo de solidaridad en el presente, con diversas iniciativas, muchas realizadas por las Cáritas parroquiales y por Cáritas Diocesana. Pongo un ejemplo concreto. Ante la grave situación de falta de trabajo que afecta a uno de cada dos jóvenes en edad laboral, con motivo del 50 aniversario de mi ordenación sacerdotal, se inició el proyecto llamado «Jóvenes en paro» que he pedido a Cáritas canalice y lleve a cabo.
Este proyecto ofrece orientación, formación y apoyo a jóvenes que buscan trabajo. Deseo que este proyecto que iniciamos siga adelante y dure el tiempo necesario con la aportación que los diocesanos, ciudadanos e instituciones, vayan haciendo.
Y sobre todo pido a todos que en esta Cuaresma de un año difícil quieran mantener y, si es posible, intensificar las iniciativas de solidaridad efectiva con las víctimas de la crisis actual.

Ll. Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona