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Si hace frío sal caliente de casa

La Razón
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Suponiendo que el filósofo René Descartes («pienso, luego existo») murió de neumonía contraída porque daba clases a la Reina Cristina de Suecia amaneciendo en palacio, dado que estaba convencido de que el cerebro estaba más despejado cuando tirita... Suponiendo que las matemáticas entran mejor a primera hora de la mañana, mientras los alumnos distribuyen los moquillos en la manga o sorbiéndolos –al gusto– con delectación... Suponiendo que la época en la que el brasero era un patrimonio del maestro (muertos de hambre, pero no tontos) ha pasado de moda, como así es, y sólo persiste en ese género de cine español de posguerra en el que siempre, siempre, una niña se toma un tazón de leche con las orejas enrrojecidas... Suponiendo, incluso dando por cierto lo anteriormente dicho, que no es conveniente que los niños se queden ateridos de frío en clase porque se haya cortado la calefacción por falta de pago y sólo piensen en salir al recreo para entrar en calor, con lo perjudicial que puede ser para su futuro académico. ¿Es eso posible? Lo es. En Parla, Madrid, seis colegios han tenido «problemillas» con la calefacción, según expresión conciliadora de los planificadores socialistas. El frío es frío y no es de derechas ni de izquierdas, aunque el soviético es especialmente insoportable. En un instituto de Valencia también han pasado frío esta semana y casi se arma una revolución, esperemos que no sea la soviética. Cuidado con el frío, pues, porque se empieza con la calefacción apagada y se acaba como en la batalla de Stalingrado. En Parla han recomendado que los alumnos vayan al colegio bien abrigados, un viejo remedio de posguerra que ya recomendaba el gran Gila: para que el niño no pase frío en clase, lo mejor es que salga caliente de casa.