Elecciones autonómicas
El precio del poder
Para el presidente del Gobierno la negociación presupuestaria era una situación casi sin salida, porque en ningún momento sondeó de una forma seria y rigurosa la posibilidad de alcanzar un amplio consenso político en torno a las cuentas públicas que necesitaba España en la crisis actual. Desde el principio de este proceso, Rodríguez Zapatero eligió al PNV para garantizarse la supervivencia política y no estar abocado a una disolución parlamentaria. Por eso, los nacionalistas vascos negociaron en posición de fuerza y el Ejecutivo lo hizo a la defensiva.
La consecuencia llegó ayer con el anuncio de que el PSOE y el PNV habían cerrado en el Congreso el compromiso para tramitar los Presupuestos Generales del Estado de 2011, que también respaldará Coalición Canaria. Lo cierto es que el traspaso de las políticas activas de empleo al País Vasco fue el preludio imprescindible de un pacto que contempla la transferencia al País Vasco de 20 competencias previstas en el Estatuto de Guernica. Entre ellas, la Inspección de Trabajo, las políticas de formación, el Instituto Social de la Marina, el turismo y las agencias de viajes, además del respaldo del PSOE a que los técnicos de la Hacienda Foral vasca acudan a las reuniones de trabajo del Ecofin, que se renombren en euskera los territorios de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa y, como adelantó LA RAZÓN, que gobierne la lista más votada.
Se trata de un espaldarazo considerable al autogobierno vasco que, por expresa voluntad del Gobierno, capitalizará el PNV. De hecho, la consecuencia inmediata para la comunidad es el incierto futuro del cambio político en el País Vasco que pilota Patxi López. La realidad es que Rodríguez Zapatero ha dado la espalda al Gobierno vasco por un interés particular y ha dado al nacionalismo tantas bazas electorales que puede haber sacrificado, tal vez sin remedio, el proyecto democrático y de libertad que representaba la mayoría constitucionalista. El paso dado por La Moncloa es muy grave porque no hablamos de una cuestión de aritmética parlamentaria o de tal o cual competencia, sino de poner en peligro la normalización de un territorio amenazado. Y de esa decisión política deberá responder más tarde o más temprano.
Que este intercambio de votos por transferencias ha fortalecido las opciones del PNV se demostró ayer mismo con los resultados del Sociómetro del Gobierno vasco, que reflejó cómo Urkullu amplía su ventaja sobre López. Es casi una ecuación matemática que, cuando el PSOE flirtea con el PNV, el nacionalismo es el principal beneficiado.
A diferencia de lo que el Gobierno trasladó tras el Consejo de Ministros, el pacto sobre los Presupuestos no beneficia a los intereses generales, y no sólo por haber socavado el cambio vasco, sino por perpetuar una política fracasada que no aporta soluciones en una situación marcada por las dificultades y las urgencias. El Gobierno se ha asegurado la estabilidad hasta 2012, pero el país tiene más lejos la recuperación.
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