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Álvaro Siza: «La Alhambra no me ha dado malas noches»

Con el nombre de Puerta Nueva ha bautizado el proyecto ganador del Concurso Internacional Atrio de la Alhambra. El premio Prtizker, consciente de que todos los ojos estarán puestos en él, propone una arquitectura que se integre en el monumento nazarí

Recreación del proyecto de Siza, que reordenará la llegada a la Alhambra
Recreación del proyecto de Siza, que reordenará la llegada a la Alhambralarazon

Su nombre completo es Álvaro Joaquim de Melo Siza Vieira, aunque el tiempo lo haya depurado y se le conozca en todo el mundo como Siza. Hace 78 años que nació en un pueblecito pesquero, Matosinhos, cerca de Oporto, en Portugal. Le tentó la escultura, pero terminó matriculándose en la Faculta de Arquitactura, dice su biografía que para no contrariar a sus padres.Una visita a Barcelona a finales de los años 40 le hizo convertirse en devoto admirador de Gaudí. Hoy forma parte de una élite de arquitectos que construye en el equipo de las estrellas. Sin embargo, nada más alejado que el brillo de la personalidad de este trabajador incansable, tan silencioso como los edificios que salen de su mano y que coloca por sistema alejado del foco de atención.

Siza habla español y alterna en la conversación palabras en portugués. Recuerda, habla del pasado y del presente, que hoy ocupa la ciudad de Granada, pues ha ganado, junto con el español Juan Domingo Santos, el I premio del Concurso Internacional de Ideas Atrio de la Alhambra (que el arquitecto pronuncia con un dulcísimo «Allambra»). El jurado ha destacado «su relación paisajística con el entorno, así como su adecuación a los objetivos del plan director de la Alhambra». Siza visitó la semana pasada la ciudad para ver la exposición que reúne los proyectos que se quedaron a las puertas del monumento nazarí.

-¿Qué le impresionó de la Alhambra cuando la vio por primera vez?
-Visité la ciudad con mis padres en los años cuarenta, de jovencito. Se me quedó grabada la imagen para siempre. Me llamó la atención la afluencia de visitantes en una época en la que prácticamente el turismo era inexistente. Fíjese que hoy pueden llegar al día unas 8.000 personas.

-Precisamente ahí está la clave de su proyecto: la reordenación de los accesos.
-Así es. Hemos tratado de diversificarlos para evitar que se formen aglomeraciones innecesarias y filas interminables. Cuando uno llega a la Alhambra, o a cualquier otro monumento, lo que desea es visitarlo sin tener que guardar largas colas, aunque la espera existirá siempre.

-Han bautizado su proyecto como Puerta Nueva.
-Se levantará sobre una superficie de unos 4.000 metros cuadrados y trabajaremos con una arquitectura que será neutra y en tonos áridos, que son los que luce el monumento, a través de unos patios que se irán articulando para cubrir las necesidades de todo aquel que desee acceder. La llegada de autobuses y vehículos es permanente y lo que hemos planteado es cambiar de lugar la de los primeros, con un acceso independiente que permita llegar a la pieza central del edificio a través del paseo de los cipreses que conduce al Generalife.

-¿Y cómo se organizará?
-Habrá una primera planta, un acceso a través de una cota alta, que tendrá una terraza mirador en la que descansarán varias dependencias, como la cafetería y la librería. En la parte de abajo se situará el gran hall del atrio, un amplio vestíbulo que siempre se ajustará a la topografía que ya existe y que no resultará invasiva.

-Precisamente esa arquitectura que se adecúa y que dialoga con el entorno sin invadirlo es santo y seña de sus proyectos.
-El monumento ya existe y es majestuoso. De lo que hemos tratado Juan Domingo y yo es de solucionar los problemas de acceso de la manera más funcional. No es sencillo construir junto a un edificio tan maravilloso e interpretar las necesidades que tiene hoy. Queremos ser respetuosos con el lugar.

-¿Le ha dado alguna mala noche esta Puerta Nueva?
-(Se ríe) Al contrario: no me ha dado ni una mala noche y sí me proporcionó muchas buenas porque era un trabajo tan agotador como estimulante que acabó por convertirse en un placer. Cuando me iba a dormir me llevaba una libreta, pero no estaba todo el tiempo dibujando porque necesitaba descansar. Este concurso presentaba, además, una característica especial: que era necesario concentrar el trabajo, el enorme trabajo que suponía, en apenas tres meses, que era muy poco tiempo. Poco más de noventa días para dar forma a nuestro proyecto, lo que significa que el resto los tuve que aparcar para concentrarme. Trabajé sin descanso en Oporto con Juan Domingo y mis colaboradores.

-¿Es esta Puerta Nueva el proyecto de su vida?
-Todos a los que me he enfrentado a lo largo de mi carrera han sido los proyectos de mi vida. Cada uno posee algo que lo hace particular y que lo distingue, son hijos míos, desde una casa a un museo o un colegio, aunque enfrentarse a la Alhambra, no lo puedo negar, resulte particularmente estimulante porque es un monumento mundial. Sé que todo los ojos van a estar pendientes de mí, es un desafío que acepto con gusto y sólo puedo estar agradecido por esta invitación a reunir paisaje y arquitectura en un mismo diálogo.

-¿Con qué ojos ve el monumento?
-Cada vez que he visitado la ciudad me perdía por la Alhambra, era imposible resistirse al magnetismo que posee. Ahora lo miro y lo veo con los ojos de quien precisa tener toda la información para trabajar con ella. Juan Domingo, que es de Granada, conoce el monumento como la palma de su mano. Su experiencia es imprescindible.

-Aún sigue construyendo viviendas sociales, ¿por qué?
-Así es y nunca lo he dejado porque he conseguido diversificar mi trabajo y construir lo que yo quería. Es necesario poseer experiencia y saber comunicar tanto con las construcciones públicas como con las privadas. La escala es distinta, la relación con el cliente también lo es. En la vivienda se habla un lenguaje de tú a tú, va a ser ocupada por una familia concreta con nombre y apellidos que desea que seas tú y no otro quien de le dé forma. En el caso de la arquitectura pública es la que tiene presencia en la ciudad, y ha de saber hallar el equilibrio entre lo grande y lo pequeño. Nosotros también debemos saber pasar de una escala a otra, por tanto, cuando más diversificado esté tu campo de trabajo, mejor.

-¿Es un arquitecto ambicioso?
-No ambiciono tener una montaña de trabajo, para nada. Me tomo mi tiempo. En España, por ejemplo, me han tratado siempre con una inmensa generosidad y no puedo tener queja alguna.

-Ganador del Pritzker en 1992 no forma parte de la parafernalia mediática de otros gurús de la arquitectura.
-Todos proyectamos por la boca. Yo no voy a hacer ninguna crítica, aunque sé que hay un grupo de profesionales que están en los medios. Sus trabajos poseen un significado, emocionan e interesan. Otra cosa es el uso y la utilización que se haga y la repercusión que tenga. El arquitecto no debe ser más importante que el edificio que proyecta.

-¿Existe la marca Siza?
-Yo no tengo ni sello ni marca que definan mi trabajo. Depende del país en el que trabaje y del tipo de edificio que sea. No tengo prefabricada una imagen ni me interesa.


El detalle: «LUSO POWER»
Siza Vieira y Santos dispondrán de un plazo que va de cuatro meses a un año para entregar el proyecto de ejecución. Cada uno de los cinco equipos finalistas ha explicado su proyecto a través de un conjunto de paneles con planimetría y representación virtual en 3D y maquetas representativas, que se han expuesto en la Capilla del Palacio de Carlos V. Curiosamente, en dos de los dúos finalistas había un arquitecto portugués, caso de Jiménez Torrecillas y Joao Luis Carrillo y Antonio Tejedor y Manuel Aires Mateus. A las puertas también quedaron los equipos de Antonio Cruz y Antonio Ortiz y Guillermo Vázquez Consuegra.