Conflictos laborales
De nuevo parálisis por Cecilia García
Cojo el Metro –o él me acoge a mí, no estoy segura– todos los días y fiestas de guardar; también los autobuses y cada anuncio de huelga es una invitación al sobresalto. Andenes y paradas abarrotados, vagones a los que casi se les rompen las costuras, caras de hastío y miradas impacientes al reloj porque no se llega a tiempo al trabajo... El derecho a la huelga vuelve a colisionar con el derecho de los ciudadanos, no sólo a trabajar, sino a llegar a tiempo con su destino.
Es habitual que seamos marionetas que manejan interesadamente las manos de los sindicatos empeñados en calentar un otoño ya de por sí bastante caldeado; que la crisis y los ajustes son para todos, incluidos los que trabajan en empresas privadas y han visto como su sueldo se ha jibarizado. Lo de los sindicatos del Metro es especialmente sangrante, puesto que dicen que la reforma laboral no respeta su convenio colectivo... Ya, pero lo que sucede es que los convenios colectivos no entendían de crisis hasta que ésta devora sus hojas cual termita voraz.
Lo que cuesta entender es por qué los que se escandalizan por sentirse perjudicados no elevan ni una ceja cuando perjudican a los demás. Hoy me tocará no correr por el suburbano sino ver cómo se desliza un vagón, con la clara voluntad, por parte de quien lo lleva, de que no nos lleve a ningún sitio.
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