Málaga C.F.
Bakhramov ya no está solo
Tofik Bakhramov es un héroe nacional en Azebaiyán. El estadio nacional lleva su nombre, el del orgullo futbolístico del país. El único azerbaiyano que ha pasado a la historia. Aunque sea por un error. O por una duda. Bakhramov era el juez de línea que concedió gol en el remate de Hurst que rebotó en el larguero en la final del Mundial 66. No había argumentos para pensar que la pelota entró. Tampoco ha demostrado nadie que aquel remate no traspasara la línea. Cuarenta y cuatro años de dudas se despejaron ayer con el gol de Lampard. Aquello sólo podía ser la venganza de una injusticia. Una venganza evidente, porque la pelota atravesó la línea hasta más de la mitad de la portería de Neuer. Pero ni el árbitro, Larrionda, ni su compatriota, Espinoza, se dieron cuenta de que aquello era el tanto del empate para los ingleses, la esperanza de continuar en el Mundial.Larrionda ya ha entrado en la historia. Igual que hizo el australiano Bambridge, aquel que tampoco dio validez al gol de Míchel contra Brasil en el Mundial 86. Pero ellos no tienen mérito. Eran los árbitros, los responsables que taparon los errores de sus jueces de línea. Nadie se acordará pasado mañana de Espinoza igual que ha pasado inadvertido que era Keizer, un holandés, el juez de línea que no quiso levantar el banderín tras el disparo de Míchel en México.Bakhramov, que entonces era ciudadano soviético, tiene más mérito, era sólo el juez de línea, pero ha oscurecido el nombre de su jefe en aquella final, el suizo Dienst.Aquel gol posiblemente no entrara en la portería. Alemania lleva 44 años viviendo con la duda de si aquella tarde le «robaron». Inglaterra se marcha a casa con la certeza de que alguien le quitó el empate que Lampard sí había marcado.
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