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Destino a Ítaca «modelo por Josep Maria Rañé
Todas las organizaciones están compuestas por personas más comprometidas con la causa que defienden que el resto de los mortales. En cierta manera es lógico que sea así. Sólo las personas más identificadas con una idea, un objetivo, una institución o unos colores pasan de hablar del tema en una tertulia entre amigos, o de colaborar esporádicamente, a formar parte de una organización, pagar una cuota y participar activamente en sus actos y reuniones. Eso ocurre en todo tipo de entidades y asociaciones, ¿por qué iban a ser una excepción los partidos políticos? Si se piensa fríamente en ellos todavía con más razón.
Hay entidades que pueden llevar mejor esa diferencia entre sus asociados y el resto de las personas, pueden permitirse el lujo de pensar exclusivamente por y para ellos. Los partidos, no. Ellos tienen que presentarse a elecciones y deben obtener el apoyo de los que no son sus miembros, deben atender y responder a las opiniones e intereses de los electores, e incluso de todo el país. Por eso, los congresos y conclaves, a veces, son armas «que las carga el diablo». Atender al mismo tiempo los ímpetus de los más entusiastas, para que no se desilusionen, sin asustar a los que están fuera, no es fácil. Eso es lo que ha ocurrido este fin de semana en Reus, en el congreso de CDC. La solución ha sido anunciar que se emprendía el viaje a Ítaca «rogando que el camino sea largo», como decía Kavafis.
No obstante, Ítaca es el puerto de destino del independentismo, pero no el de la mayoría de las personas que vivimos en Cataluña.
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