Afganistán
Los talibán fuerzan a balazos la abstención en Kandahar
"La inseguridad pone en peligro la celebración de unas elecciones libres y justas en Afganistán"
La operación "Omid"(Esperanza, en dari) anunciada a bombo y platillo el pasado mes de junio ya está en marcha en Kandahar.
Muros de hormigón coronados de alambre de espino rodean la ciudad formando un anillo de seguridad. Desde hace un mes las fuerzas estadounidenses han instalado, a sólo seis kilómetros del centro, 16 puestos de control con cámaras de vigilancia para chequear los vehículos que entran o salen de Kandahar. También la presencia de tropas de EEUU en la capital de esta conflictiva provincia sureña es ahora más visible. Decenas de vehículos blindados transportando militares patrullan las atestadas calles de esta populosa localidad, la segunda más poblada de Afganistán, y hogar espiritual de los talibán. En las calles principales, soldados estadounidenses y agentes de la Policía Nacional registran a los transeúntes y motocicletas que circulan por la carretera. En las últimas semanas las fuerzas estadounidenses ha estado realizando operaciones de rastreo junto a las fuerzas de seguridad afganas en los suburbios de Kandahar, limitando la presencia de los rebeldes en los centros urbanos. El último de los combate se libró en Mehlajat, una área semirural en el suroeste de la ciudad, bajo control talibán. Desde el 31 de agosto, la bandera negra, verde y roja, los colores de Afganistán, vuelve a ondear en los tejados de Mehlajat, donde antes sólo se veía la bandera blanca talibán.
Sin embargo, y pese al refuerzo de medidas de seguridad, el número de agentes afganos se ha duplicado, pasando de 4000 a 8000, con vistas a las elecciones parlamentarias del próximo sábado, los asesinatos selectivos contra empleados del Gobierno o trabajadores locales de la OTAN se han sucedido a lo largo de este mes.
Según fuentes de seguridad consultadas por LA RAZÓN, "unos 1000 insurgentes siguen escondidos en Kandahar para cometer más asesinatos o acciones suicidas".
"Una media de cinco personas muere todos los días", denuncia Abdil, que trabaja en una empresa de seguridad privada contratada por las tropas de la ISAF. Un compañero suyo sobrevivió a un ataque gracias a que se engatillo el arma del desconocido que iba a asesinarle. "Durante quince días permaneció encerrado en casa y ahora se ha marchado a vivir a Kabul", agregó Abdil.
El incremento de la violencia en las dos últimas semanas ha sido espectacular. El miércoles de la semana pasada un policía que estaba realizando unas compras para festejar el final del Ramadán fue abatido a tiros en un bazar. El domingo otros dos policías y un civil fueron asesinados en plena calle, y el lunes, unos desconocidos irrumpieron en la vivienda de una mujer que trabaja en una ONG internacional y la dispararon.
La operación en Mehlajat "ha sido buena pero no muy eficaz", sostiene el coronel Sardar Mohamed Zazai, jefe de la Policía en Kandahar. "La parte negativa es que la mayoría de los insurgentes a escapado a otras partes de la ciudad", advierte el oficial de la Policía.
En vísperas de los comicios electorales, la seguridad es la mayor preocupación de los habitantes de Kandahar. "No voy a poner en peligro mi vida por ir a votar", afirma un comerciante local en el distrito de Domina, al norte de la ciudad.
El absentismo electoral podría propiciar el fraude y convertir estos cruciales comicios para el futuro democrático del país en un proceso sin validez que beneficia a los ex señores de la guerra, narcotraficantes y políticos corruptos.
En la provincia de Kandahar 46 de los 209 colegios electorales no abrirá el próximo sábado por razones de seguridad. "Desgraciadamente la mayoría de las mujeres de las zonas rurales no acudirá a votar porque sus maridos tampoco votarán", reconoce Abdul Hadi, jefe de la Oficina Provincial de la Comisión Electoral Independiente.
"No es justo que la prensa internacional se centre únicamente en hablar de fraude electoral y no reconozca el gran esfuerzo que supone celebrar unas elecciones en un país del tercer mundo. Es la segunda vez en la historia de Afganistán que se celebran elecciones y la población aún tiene mucho que aprender", justifica Hadi.
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