Somalia
El plan de Moratinos para Somalia: piratas por pescadores
El último plan del ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, para Somalia pasa por convertir a los piratas que siembran el terror entre los barcos occidentales en pescadores.
Así lo dijo ayer el jefe de la Diplomacia española tras la reunión de dos días mantenida en la Casa de América de Madrid sobre el futuro inmediato del país africano. "De piratas a pescadores. Ése sería el objetivo", señaló Moratinos, sentado entre el presidente de Somalia, Sharif Sheikh Ahmed, y el enviado especial de Naciones Unidas para la zona, Augustine Mahiga. El Gobierno español ha comprometido en la conferencia una ayuda adicional directa de tres millones de euros al Gobierno de transición que trata de hacerse con las riendas de una tierra dividida y hasta el momento ingobernable.
Lo que el ministro español no acertó a decir es cómo van a lograr que los piratas se conviertan en pescadores, una profesión infinitamente menos lucrativa en una región asolada por el hambre y la desolación. Aunque el presidente somalí recibió varias preguntas directas de los periodistas, apenas acertó a abrir la boca. En su lugar, el representante del secretario general de la ONU lanzó un mensaje a todos los somalíes: "Para el 20 de agosto de 2011 el proceso de transición habrá concluido". Lo que seguro hará falta para lograr semejante empresa es una mayor presencia, equipamiento y entrenamiento militar para los soldados locales.
La UE tiene en marcha un dispositivo de adiestramiento de soldados y policías somalíes en Uganda en la que España participa con 38 instructores y que colabora con la Misión de la Unión Africana para Somalia (Amisom) desplegada en este país. Sin embargo, el titular español de Exteriores quiso dejar claro que la solución "no es meramente militar", sino que requiere un "enfoque global"y un diálogo "más amplio posible"pero que no incluya a los terroristas.
La iniciativa de Moratinos, la de transformar a rateros en honrados hombres del mar no se antoja nada fácil en un país roto como Somalia, en el que gobiernan el caos, el desorden y los clanes. En las zonas costeras es fácil identificar a los piratas, son los que van al volante de los mejores coches, visten de forma ostentisa y llevan del brazo a mujeres despampanantes. Quizás por ello, cuando a un somalí le suena el estómago (unas 10.000 personas morirán allí de hambre este año, según la ONU) no necesita pensárselo dos veces antes de tomar un kalashnikov y lanzarse al mar.
El "modus operandi"de estos piratas del Océano Índico pasa de unos a otros mediante la tradición oral. Cuatro o cinco somalíes navegan en un esquife, una pequeña barca. Normalmente parten de una nodriza, que suele ser algún pesquero extranjero secuestrado. Atacan sobre las tres o las cuatro de la mañana, hora en la que las tripulaciones suelen estar más cansadas o menos alerta. Además de los lanzagranadas y metralletas tienen una escala que en muchas ocasiones está imantada, por lo que les es más fácil llegar a cubierta. Los piratas cuentan con que en Occidente no van a aceptar ningún muerto, y por ello no suelen abrir fuego contra la tripulación. Eso sí, los rescates que piden son descomunales.
Tal y como declaró a LA RAZÓN el capitán de navío español Juan Garat cuando estaba al frente de la Operación Atalanta, «Los piratas son imprevisibles. Puedes encontrarte un pesquero de cualquier país de la zona que repentinamente se convierta en pirata -explica-. Nosotros no tenemos medios de saberlo a no ser que abordemos a cada uno de estos barcos, y esto es muy difícil». Y es que, según explica el capitán de navío, dentro de lo que parece una simple barca puede haber escondidas un montón de armas con las que atacar al primer buque que se cruce en el camino. Además de imprevisibles, los piratas somalíes exhiben otra característica aún más peligrosa: no tienen miedo a nada. Y así es muy difícil hacerles frente.
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