Desahucio
Okupas de lujo: «Podríamos enganchar la luz pero somos legales»
«Podríamos enganchar la luz, sabemos cómo se hace, pero vamos de legales». La frase en sí misma es una contradicción si se vive de «okupa» pero es ilustrativa para comprender la forma de pensar de esta particular comunidad de vecinos que, desde hace un par de años, residen en los números 6 y 8 de la calle Neptuno de Majadahonda.
«Podríamos enganchar la luz, sabemos cómo se hace, pero vamos de legales». La frase en sí misma es una contradicción si se vive de «okupa» pero es ilustrativa para comprender la forma de pensar de esta particular comunidad de vecinos que, desde hace un par de años, residen en los números 6 y 8 de la calle Neptuno de Majadahonda. La dice un colombiano de 40 años que vive con su mujer y su hija de ocho en uno de estos pisos y que se atribuye, ante cualquier «intruso», la presidencia de la comunidad.
Aunque se instalaron allí de forma ilegal, lo cierto es que no son unos «okupas» al uso y tienen sus propias normas. Cada semana le toca a un inquilino «hacer la escalera y el portal», los escándalos están prohibidos, así como encender los generadores de gasolina antes de las 20:00 horas para no molestar a los vecinos de las urbanizaciones colindantes. El objetivo, en definitiva, es no dar un motivo para que les echen de allí.
Prácticamente todos los inquilinos de estas 26 viviendas son familias de origen latinoamericano (sobre todo colombianos y dominicanos) que, tras quedarse sin empleo, se mudaron a esta céntrica zona de la localidad. Pero no hay sitio para «maleantes». «Aquí, nosotros somos nuestros propios policías, el que veamos que vende droga, fuera. Sólo queremos gente honrada», sentencia el presidente en funciones.
Hace casi diez años que una sociedad privada construyó este bloque de pisos –cuyo precio en el mercado rondaría los 600.000 euros por vivienda– pero quedó abandonado al no conseguir por parte del Ayuntamiento de Majadahonda la licencia de ocupación. Entre otros motivos, fuentes municipales alegan que el inmueble sobrepasa la altura permitida.
El edificio quedó totalmente terminado pero sin poder venderse. Empezaron a rondar entonces grupos de toxicómanos que encontraron en el inmueble un lugar idóneo para alternar. Pero hace un par de años, cuando comenzó la crisis económica y muchos trabajadores de la construcción se quedaron sin empleo, varias familias de inmigrantes que residían en la localidad echaron el ojo al edificio y decidieron «conquistarlo». Aunque primero tenían que librarse de los antiguos moradores. «Recuerdo cómo nos costó juntar entre todos hasta 70 euros para que se fuera una familia gitana que era muy problemática», explica la mujer del «presidente». «Echamos a esta gente y nos pusimos manos a la obra. Estaba todo sucísimo y nos costó dejarlo como está ahora pero es que, aunque nos seamos "okupas", somos muy limpios», cuenta. La mayor parte de los vecinos de la calle Neptuno no tienen queja de ellos.
«Hombre, yo pago 1.000 euros de alquiler y ellos, viviendo al lado, nada. Pero bueno, la verdad es que no dan un problema», reconoce una vecina.
El Ayuntamiento no puede actuar
El constructor del inmueble sobrepasó en casi un piso la altura máxima permitida por el Ayuntamiento de Majadahonda, por lo que no consiguió la licencia de ocupación. No ha podido vender los pisos pero tampoco ha hecho nada para evitar que viva gente en ellos de forma ilegal. Al tratarse de una propiedad privada, es la empresa la que, exclusivamente, puede iniciar los trámites legales para que se produzca el desahucio de estas familias. Por su parte, el Consistorio majariego sólo puede actuar en ciertas ocasiones. La última vez fue el pasado mes de marzo cuando, según fuentes municipales, el juzgado les concedió una autorización para incautar los generadores que había en los garajes ya que habían provocado intoxicaciones entre algunos vecinos al respirar el monóxido de carbono.
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