Crítica
Noche en la ópera por Gonzalo ALONSO
Al ver algunas de las orondas y maduras señoras del coro de una reciente representación en la que aparecían disfrazadas de odaliscas en clara, pero no pretendida, parodia de la ópera, me vino al recuerdo la película de los hermanos Marx «Una noche en la ópera», que dirigió Sam Wood y en la que también participó Buster Keaton, aunque no figurase en los subtítulos. Sentí curiosidad por la forma en que la habría tratado el tiempo a los justo 75 años de su estreno. Se me ocurrió invitar a su visión a una sobrina, abogada en uno de los más emblemáticos despachos españoles. Quería comprobar si disfrutaba en la célebre escena del contrato, aquella que reza «la parte contratante de la primera parte será considerada como…».
No sólo en esa escena, que quizá sólo fue igualada después por la inolvidable recreación humorística sobre las empanadillas de Martes y Trece, sino que no pudo contener el entusiasmo durante todo el filme. ¿Qué decir de la escena del camarote? Yo mismo me partí de risa de nuevo en el colofón final con «El Trovador» de fondo. Difícil encontrar algo más rítmico e hilarante. Les recomiendo vuelvan a verla y que se pregunten lo que esa parodia aún tiene de actual.
A veces el género sigue resultando tan obviamente cutre como entonces, así en el caso citado al principio. Pero en otras la ópera resulta en sí misma una parodia más sofisticada, tanto de cara al público como por dentro. ¿Cómo habría que denominar si no a esas puestas en escena a través de las cuales le resulta imposible al espectador entender el argumento de la ópera a menos que antes se haya empollado un tratado de filosofía y se haya leído una entrevista con el regista para saber qué es lo que éste –y no el libretista– quiere contar? ¿Cómo no asombrarse si un teatro programa una ópera de larga duración, en plan de gran acontecimiento, en un local ajeno en julio sin antes asegurarse que el ruido del aire acondicionado no va a impedir la audición? ¡Y también dos huevos duros! Claro que mejor… ¡Póngame tres!
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