Un verdadero drama

Hay que fastidiarse que sea en el consumo de cocaína donde estemos por encima de todos los países de Europa. Comento el dato en una reunión de trabajo y me encuentro dos tipos de respuesta: la primera una sonora carcajada y un posterior: «¿Tres de cada cien? Se han olvidado de unos cuantos».
Y la segunda un cálculo rápido del cerebrito de turno: «tres de cada 100 es un 3 por ciento, es decir 1,3 millones de españoles. Si cada uno consume un gramo de cocaína a la semana, tenemos un consumo total de 1,3 toneladas a la semana, 67,7 toneladas al año, aproximadamente el 10 por ciento de la producción anual de droga en Latinoamérica. Imposible, nos estaría saliendo la cocaína por las orejas».
Sea como fuere, puede que la frialdad de las encuestas nos impida ver el verdadero drama que supone ser uno de esos tres de cada cien. El principal problema es cuando una familia descubre que tiene un drogadicto en casa. En ese momento no valen porcentajes ni campañas de concienciación. Cuando alguien descubre que convive con un hijo, un padre o un hermano drogadicto se siente solo ante el peligro porque realmente lo está. No hay ayudas que valgan ni políticas que solucionen y ahí está el verdadero drama.
El mundo se derrumba para el drogadicto y su familia, y no hay andamiaje que lo sujete. Las consecuencias del consumo de drogas son inimaginables. Dejemos de minimizar y de ridiculizar los riesgos del consumo de estupefacientes, sean cuales sean. Pero no olvidemos que detrás de cada cifra hay una historia.