Pekín
China da un golpe en la mesa y suspende relaciones con Japón
La disputa por aguas territoriales situadas sobre un importante yacimiento de gas natural ha disparado la tensión entre las dos principales potencias asiáticas, China y Japón, países que llevan más de una semana intercambiando provocaciones.
Pekín decidió ayer elevar el tono y rompió oficialmente todos los contactos gubernamentales con su vecino, añadiendo que tomará «fuertes medidas». Se trata de la misma retórica que la diplomacia china ha utilizado en encontronazos recientes con países como Estados Unidos o Francia.
El último capítulo de esta batalla geoestratégica en el Pacífico detonó a principios de mes, cuando un pesquero chino chocó con dos patrulleras japonesas que lo perseguían mientras faenaba cerca del islote de Senkaku. Este peñasco se encuentra en un archipiélago deshabitado que quedó bajo jurisdicción japonesa tras un acuerdo auspiciado por Estados Unidos en plena Guerra Fría y que ahora reclaman tanto China como Taiwán. El Gobierno nipón mantiene un pulso constante con los pescadores chinos que faenan en dichas aguas. Como correctivo ejemplar, decidió juzgar al capitán del pesquero que chocó. Y aunque teóricamente el marinero iba a ser puesto en libertad ayer, el tribunal que lo procesa retrasó ayer mismo el veredicto, haciendo enfurecer a las autoridades de Pekín.
Todo es, en realidad, una excusa para escenificar la pelea de las dos potencias por hacerse con el control de los recursos naturales y las rutas del Mar del Este, donde las ambiciones de China van en aumento a medida que se siente más cómoda en su papel de potencia. Pekín reclama cada vez con más insistencia sus derechos históricos sobre aguas japonesas, algo que el Gobierno nipón no está dispuesto a tolerar. Por supuesto, en Japón crece la preocupación ante el poderío chino, que acaba de desplazarles como segunda potencia económica y con quien mantiene una rivalidad histórica. Por ahora, Tokio ha optado por la línea dura, nombrado como ministro de Exteriores a Seiji Maehara, un diplomático muy duro que no ha dudado en calificar de «amenaza» a China y de remarcar que la integridad territorial nipona «no se discute».
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