México

Andy García y Eduardo Verástegui se meten en la piel de los «cristeros»

La «cristiada» es la historia de los cristianos que se levantaron ante el Gobierno anticlerical mexicano de 1926. 

El actor mexicano Eduardo Verástegui interpretará al beato Anacleto González
El actor mexicano Eduardo Verástegui interpretará al beato Anacleto Gonzálezlarazon

A principios del siglo XX, después de 7 años sangrientos de guerra civil y una breve paz aparente, Mexico se encaminó hacia una catástrofe que provocaría más de 250.000 muertos. Esta vez, los motivos eran distintos a los de la anterior guerra. La lucha tenía como objetivo lograr la libertad religiosa a la que se negaba el Giobierno. A estos tres años de altercados, de 1926 a 1929, se les conoció como la «cristiada».El director norteamericano de cine Dean Wright, conocido por dirigir los efectos visuales de películas tan taquilleras como «Las crónicas de Narnia», «Titanic» o la saga de «El señor de los anillos», será el encargado de llevar a la gran pantalla esta sangrienta historia. Reparto de lujoEl actor méxicano Eduardo Verástegui y el cubano Andy García serán los encargados de encarnar a los protagonistas de la película: el beato Anacleto González, laico y dirigente de la rebelión cristera, que finalmente fue fusilado, y Enrique Gorostieta, líder de los cristeros de la ciudad de Jalisco.De esta manera, el actor Eduardo Verástegui volverá a protagonizar una película después de «Bella», ya que en su día prometió no inmiscuirse en proyectos que fueran contra los valores cristianos que le inculcaron sus padres. Por ello, el actor ha optado por interpretar papeles que dignifiquen la persona y se opone a los que denigren a los latinos y a la mujer.MasonesEl rodaje comenzará en este mes de junio en numerosas ciudades de México, como San Luis Potosí y Durango. La historia narra cómo en 1926 parte de la población mexicana se levantó ante el Gobierno de Plutarco Elías Calles, un socialista masón que promovió la reglamentación del artículo 130 de la Constitución de 1917 a fin de contar con unos instrumentos que buscaban limitar o eliminar la participación de las iglesias en general en la vida pública. Sus principales medidas eran las de obligar a «los ministros de culto», es decir, a los sacerdotes, a casarse, y la prohibición de la existencia de comunidades religiosas. Al principio, la rebelión fue pacífica. Los obispos mexicanos reunieron más de dos millones de firmas para que hubiera una reforma constitucional, pero su petición fue rechazada. De esta manera, los católicos empezaron un boicot contra el Gobierno, que derivó en sucesivas escaramuzas que enfrentaban a los cristeros, bautizados de esta manera por su lema «viva Cristo Rey», contra el grupo Sonora, que representaba al Gobierno, hasta la paz de 1929.