Buenos Aires
El cerebro de Evo Morales
García Linera, matemático, ex guerrillero y de familia burguesa, es el poderoso vicepresidente de Bolivia que ha inspirado su política nacionalizadora
Casi cien días después de asumir su primer mandato, Evo Morales estampó su firma en el decreto 28701, que nacionalizó los hidrocarburos. En la foto ya aparecía con el puño en alto Álvaro García Linera, un vicepresidente que todavía estaba por descubrir. Esta semana Evo Morales anunciaba la expropiación de la filial de Red Eléctrica de España (REE) en Bolivia, y de nuevo a su derecha, Linera sonriente; su plan se está cumpliendo a la perfección.
Hace ocho años, Álvaro García Linera vio en Evo Morales la oportunidad de plasmar su sueño marxista. El líder aymara tenía carisma, sabía mover a las masas. Por su parte el cocalero necesitaba un ideólogo detrás, capaz de mantener a raya a la oligarquía que durante años había gobernado el país. Un infiltrado, un colla rebelde e ilustrado, un etnocacerista que creyese en la supremacía quechua.
Y ahí estaba Linera, con un pasado guerrillero y una ideología bien trazada. Son las líneas que ha seguido hasta ahora el Movimiento al Socialismo (MAS), dotando de más poder a los indígenas y perpetuando en el poder a Morales. El vicepresidente es el cerebro detrás del «Evismo». Él lo niega enfáticamente. «Soy un traductor, más que un inyector», asegura.
En materia económica caracteriza el modelo económico de su país como «posneoliberal y de transición poscapitalista». Un modelo que ha recuperado el control de los recursos naturales que estaban en manos extranjeras para colocarlos en manos del Estado, dirigido por el movimiento indígena. Es el verdadero precursor de las nacionalizaciones, una figura parecida a la que encarna el economista Axel Kicillof en Argentina, responsable de la expropiación de Repsol y fiel consejero de Cristina Kirchner.
«Hoy el Estado es el principal generador de riqueza del país, y esa riqueza no es valorizada como capital; es redistribuida en la sociedad a través de bonos, rentas y beneficios sociales directos de la población», decía hace cinco años en una entrevista a LA RAZÓN.
García Linera integró en 1991 el indigenista Ejército Guerrillero Tupac Katari (EGTK), junto a Felipe Quispe (alias «El Mallku»), líder campesino y cabeza del anterior partido de García Linera, el MIP. Fueron detenidos y ambos compartieron el presidio. Quispe ha dicho de García Linera: «Lo conozco como a mi mujer».
En prisión, Álvaro García Linera era llamado «Comandante Marcelo», su apodo de terrorista. Aunque su carrera original es la de matemático (la estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México), se formó como sociólogo en la cárcel y en la práctica.
Cuando salió era un hombre inspirado, con mucha rabia adentro y un proyecto por cumplir. García Linera conoce y domina en profundidad el marxismo clásico, pero está muy lejos de ser doctrinario. Su pensamiento está muy influido por la obra del sociólogo francés Pierre Bordieu. «Yo quiero decirle a los miembros de la OEA, aquí yo quiero declararme marxista, leninista, comunista, socialista. Ahora, que me expulsen, ahora quiero que me expulsen de la OEA», decía desafiante, durante su primera intervención ante la Organización de Estados Americanos.
Último jacobino
Álvaro García Linera ha movido el tablero del ajedrez político con tres acciones en los últimos meses: el anuncio de su matrimonio, primero, luego su alejamiento del poder como posible acompañante del presidente Evo Morales en una probable candidatura presidencial para el 2015, dejando en el limbo si se trata de una estrategia política o de un globo sonda, el autodenominado «último jacobino» está colgando los guantes. La tercera jugada sería la nacionalización de Transportadora de Electricidad: una cortina de humo para huir de las protestas de diversos sectores y esquivar el debate sobre un tercer periodo de Evo.
«Yo no le creo nada». Así de radical contestó a LA RAZÓN la analista política y docente de la Universidad Mayor de San Andrés, Jimena Costa, sobre el tema de su alejamiento de Evo Morales. «Desistir es lo menos que piensa hacer porque durante los siete años que está en el poder se ha ocupado de cortar la cabeza de sus posibles contrincantes. Por eso ha caído Santos Ramírez y el canciller David Choquehuanca está de capa caída por su enfrentamiento por los indígenas. Además no se justificaría su gran inversión en los medios de comunicación», comenta Costa.
Una boda para acabar con su fama de seductor
Todo los movimientos de Álvaro García Linera podrían ser una estrategia para impulsar su candidatura en 2015 y suceder a Morales. Por un lado, casarse acabaría con su fama de donjuán. Linera es conocido por cortejar a modelos –incluso salió con una ex miss Bolivia, Jessica Jordan, ahora dedicada a la política– aunque también tiene fama de ocultar su homosexualidad. Ambas facetas restan votos en un país tan machista. Además, buscaría endurecer su imagen. La nacionalización de Transportadora de Electricidad volvería a calmar al ala más radical del MAS y reforzaría su papel aguerrido.
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