Industria de Moda
España entre las más grandes
El hecho de que el empresario español Amancio Ortega, dueño de la cadena de tiendas de moda Zara, se haya convertido en el tercer hombre más rico del mundo, según el índice diario que elabora la firma norteamericana de análisis financieros Bloomberg, debe servirnos para poner en una correcta perspectiva la realidad de nuestro país y su enorme potencial de futuro. Sin caer en triunfalismos y, por supuesto, sin pretender disfrazar los graves problemas a los que nos enfrentamos, España se encuentra entre las 12 naciones más desarrolladas del mundo y sus grandes empresas han conseguido una proyección internacional que, sólo entre las firmas cotizadas en el Ibex 35, supone que más del 60 por ciento de su facturación se haga en el exterior. La misma Zara, por seguir con el ejemplo, es la empresa dedicada a la moda más importante del mundo, con 5.500 establecimientos repartidos por los cinco continentes, pero no es ni mucho menos la única que mantiene el liderazgo en sus respectivos sectores. Así, con los datos del Ministerio de Asuntos Exteriores en la mano, siete de las diez compañías privadas más grandes del mundo en gestión de infraestructuras son españolas, somos líderes mundiales en energías renovables, tres de cada cinco aviones que sobrevuelan la tierra están controlados mediante sistemas de navegación de tecnología española, somos la séptima potencia en fabricación de satélites aeroespaciales, la tercera en diseño de buques de guerra, el primer fabricante mundial de vehículos industriales, tenemos tres de las principales entidades financieras del mundo, una empresa española de telecomunicaciones es la primera operadora internacional integrada por número de clientes, otra firma española es líder mundial en producción de plasma y hemoderivados, ocupamos el primer lugar en Europa y el tercero a nivel mundial en agrobiotecnología, hemos desarrollado la tecnología para el tratamiento medioambiental del agua, tres empresas nacionales lideran mundialmente la industria auxiliar de la construcción, por no hablar de los sectores agroalimentarios, turísticos y culturales, donde nos caen tantas «medallas» como triunfos alcanzan nuestros deportistas en las más diversas disciplinas, desde el fútbol, hasta el piragüismo en aguas bravas, por citar un deporte minoritario.
Esta es, pues, la otra parte que conforma la realidad española, la de un país que ha dado un salto enorme en los últimos treinta años y que debe tener la suficiente confianza en sí mismo para solventar la crisis, librarse de los lastres administrativos que aún perduran y ser capaz de relanzarse hacia delante. Las empresas que se han abierto brillantemente camino en el exterior nos dicen que es del todo posible.
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