San Sebastián
A la calle
A la calle. Los dos concejales del Partido Popular que han brindado y chicoleado con el alcalde bilduetarra de San Sebastián no tienen sitio en un partido decente. Recibieron una lección soberana por parte de los siete concejales socialistas, que se negaron a acudir a la cita con el pájaro y compartir con él y los de su banda pinchos y chacolí. Ramón Gómez, portavoz del PP en el Ayuntamiento donostiarra, e Iñigo Arcauz son los defraudadores de la firmeza. En las fotografías, aparecen riendo a mandíbula golosa con Izaguirre, mientras sostienen unos vasos de chacolí con la mano izquierda y atenazan con la derecha unos pinchos de chistorra.
No valen excusas. A la calle.
Días atrás, su presidente, Antonio Basagoiti, se negó a estrechar la mano que le tendía el alcalde bilduetrarra de San Sebastián. «Te saludaré cuando tus jefes entreguen las armas». Quedó Izaguirre con la mano tonta, en el aire, formando circulitos azorados. La ausencia de la mano de Antonio Basagoiti la han ocupado las manos acomplejadas de estos dos concejales populares dicharacheros y festivos. Estrecharon la mano de quien se niega a usarla para firmar una condena a los terroristas. Estrecharon la mano que ha firmado toda suerte de textos comprensivos con los asesinos que cumplen su condena por un delito común, como es el de asesinar inocentes. No tengo duda de que su gesto humillante y humillado ha desconcertado y herido a los votantes del Partido Popular en San Sebastián, que son muchos. Errores de ese calibre se pagan en la política, y Ramón Gómez e Íñigo Arcauz harían muy bien en presentar su dimisión y dejar paso a los siguientes de la papeleta electoral. No han sabido estar a la altura de las circunstancias, y sí a la bajura de los conchaveos. El dedo índice no se equivoca. A la calle.
Por doloroso que resulte. No es fácil ser del Partido Popular en San Sebastián. No es fácil vivir señalado, amenazado y vigilado. Si han conseguido estar ahí, se debe a un pasado digno y valiente. Pero todo lo han tirado por la borda con ese apretón de manos al bilduetarra, con esa chistorra compartida y con ese chacolí brindado. No se trata de salir del paso con una crítica más o menos pactada desde los altos despachos de la calle Génova o del Partido Popular vascongado. Se trata, sencillamente, de pedirles que renuncien a sus actas de concejales y dejen paso a quienes no ríen con Izaguirre, no brindan con Izaguirre y no comparten chistorrillas con Izaguirre. Mejor dos militantes menos que un agujero en la dignidad. A la calle.
Sabían que se trataba de un acto público convocado por el alcalde. Sabían que había periodistas y reporteros gráficos. Sabían que su sonriente acercamiento al bilduetarra iba a ser inmortalizado por los fotógrafos. No entra en cabeza humana que pensaran que su gesto amistoso iba a pasar desapercibido. Despropósito campechano. Una cosa es la fría cortesía institucional y otra muy diferente la camaradería carcajeada. Ninguno de los siete concejales socialistas se presentaron. Bildu no es lo que muchos tontos se figuraban. Bildu es la referencia actual de Batasuna, el cobijo político de la ETA. Y los representantes del Partido Popular en San Sebastián no tienen el derecho ni la libertad moral de bailarle al agua a quien ha dado suficientes pruebas de podredumbre y sesgo proetarra. Es alcalde porque ha sido el más votado, y así hay que aceptarlo. Pero sin perder la dignidad, ni el sitio, ni la postura. Han defraudado a sus votantes y herido a su formación política. Por todo ello, a la calle.
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