Moscú

El plan de Putin por Juan Roldán

La Razón
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A pesar de lo difícil que resulta ver con claridad el final de la guerra civil en Siria y cómo acabarán las matanzas que Bachar al Asad lleva a cabo de manera indiscriminada contra su pueblo todos los días, empieza a extenderse la esperanza de que sea el nuevo presidente ruso, Vladimir Putin, el que consiga arreglar la situación. Putin es el único aliado, como lo ha sido siempre Rusia y anteriormente la Unión Soviética, de la Siria de Asad y de su padre, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, La única base naval de la URSS, y de Rusia ahora, en un país del Mediterráneo es Tartus, en el norte de Siria. Ya se sabe que Moscú no abandona a sus aliados como ha repetido en alguna ocasión Vladimir Putin. Pero la situación en el Mediterráneo, sobre todo desde el comienzo de la Primavera Árabe, ha cambiado la vida política desde Túnez a Egipto, aunque todavía no ha terminado de asentarse. Las «revoluciones árabes» no han llegado al Golfo Pérsico y desde luego, no a Siria e Irán, mientras Putin mantiene graves reservas sobre las revueltas y en especial acerca de la expansión del islamismo. Incluso durante su reciente campaña para la elección como presidente lo expresó públicamente. Teme que el avance del islamismo, como el que representan los Hermanos Musulmanes, termine de agitar a la numerosa población árabe que existe en los antiguos territorios de la Unión Soviética.