Cine
Los golpes de imaginación de Álex
M uchos esperamos cada nueva película de Alex de la Iglesia como una refrescante catarsis, con la seguridad de que vamos a recibir un golpe de imaginación y talento que rompa la monotonía habitual de los bodrios que habitan nuestras pantallas. Si Almodóvar supuso la revolución del cine nacional en los años 80, él representa la sublevación en los 90, hasta ahora, con una constancia en la ambición de novedad que supera cualquier altibajo. Desde la sorpresa de su corto «Mirindas asesinas» a la fulgurante aparición en la cartelera de «Acción mutante», este imprevisible bilbaíno con gafas y barbita de sabio atómico no ha parado de dejar al público patidifuso con su arriesgada inventiva, su astucia para combinar géneros y el arte de hacer brillantes hallazgos en el choque de fuerzas opuestas. Títulos como «El día de la Bestia» y «La comunidad» son ya clásicos de culto que marcan el sello de un director singular, con una capacidad inimitable para el desconcierto y el argumento insólito. Con el aliciente de una potencia visual. Sabe mezclar sabiamente el lenguaje del comic con la cinefilia y una extensa cultura popular, con la modernidad del niño criado a la sombra de la televisión. Ahí está la violencia doméstica, el absurdo trágico, la comicidad del terror y la más elevada basura como ingredientes de su apuesta personal. Pocos estrenos más esperados que esa doblemente premiada «Balada triste de trompeta» que promete ser la sensación del año. El momento cumbre de un cineasta que para muchos es ya el puto amo. Y no sólo como presidente de la Academia.
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