Crítica de libros

Democracia para dos

La Razón
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El Presidente, Gran Sacerdote de la duda metódica, metafísica y circular como el anillo de Moebius, que carece de principio y fin, ha encontrado una certeza: ya sabe si se presentará o no a las próximas elecciones. Zapatero divide a los españoles en dos grandes grupos: Sonsoles más un amigo del partido, y todos los demás. Los peces se pudren por la cabeza y este hombre agotado ya no distingue las lindes entre el enigma y la noticia, la privacidad y la política. Un arcano a tres bandas es un estruendo, y de la misma manera que quien comunica un secreto ajeno es un traidor, el que cuenta su misterio es un necio.

Eso que «el tiempo lo marco yo» o el «hoy no toca» son soberbios tics autoritarios con los que se solaza nuestra clase política como si ello diera prueba de inteligencia o astucia. Además, con ésta infidencia de patio de colegio Zapatero se sobreestima mucho más de lo que se merece. Interesa ya muy poco a los ciudadanos si ZP se presenta, vuelve a León o ingresa en la Trapa para purgar sus muchos pecados. El país le tiene amortizado y es ininteresante como organice su gloriosa jubilación.

Con el PSOE destripando ocas para augurar el futuro, este pato cojo cuenta entre copas a los periodistas que ya ha decidido su futuro con la propia y un colega. Todo un talante, todo un estilo, todo un entendimiento del destino de la Nación.

Mezquindad de entrecasa con olor a sopa de coles recocidas. La domesticidad como guiño esotérico a los españoles. Si me llama Sonsoles para contármelo ni me pongo al teléfono.