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George Clooney de la Casa Blanca al calabozo

Los hermanos Cohen fueron visionarios cuando vistieron a George Clooney de preso. Con un mono bicolor a rayas y en una trepidante persecución por parte de la Justicia, el peleón actor corría como la pólvora a golpe de risas y con su cara bonita, que no le sirvió ayer para evitar su detención a las puertas de la embajada de Sudán en Washington, donde el actor protestaba en defensa de la población del país africano, envuelto en un largo y complejo conflicto bélico.

George Clooney de la Casa Blanca al calabozo
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Pero cualquier otro parecido con «O brother» sería mera coincidencia, porque en la capital de Estados Unidos no pudo echar mano de los efectos especiales, de sus dobles y especialistas para darse a la fuga, realizar saltos cual Supermán ni sacar a relucir esa faceta de galán cautivador que tan buenos resultados le dan en la gran pantalla. Los policías no sucumbieron a sus encantos.

 


Lo que sí hubo en la protesta de ayer fue un buen guión y una excelente producción y coordinación de los manifestantes. El golpe de Clooney llevaba gestándose desde hacía bastante tiempo y todo estaba calculado al milímetro, incluso su detención. En esta ocasión, su meta no era el Oscar sino conseguir ser retratado en una fotografía a modo de «hit» en su historial por una buena causa. Eso así, la instantánea no tenía como destino un álbum familiar en la página contigua a la de sus románticos viajes con su nueva chica, Stacy Keibler, sino que su obsesión era que el mensaje llegara a los medios de comunicación, y lo consiguió.

 


Tal fue la premeditación de Clooney que antes de acercarse a las puertas de la embajada, donde su protesta llegó a su punto álgido, planificó un paseíllo triunfal desde el Religious Action Center, a pocos metros de la sede diplomática. Sus compañeros de viaje en esta ocasión no fueron John Turturro ni Tim Blake Nelson, sino unos «actores secundarios» con menos arte, como el padre del actor, Nick Clooney, el congresista demócrata Jim Moran, Martin Luther King III y activistas de varias organizaciones pro derechos humanos.

 


Quizá animado por el espíritu de Willy Toledo, Clooney gritó y provocó hasta ser esposado y acusado de «desobediencia civil». «Sólo trato de llamar la atención porque es el único modo de conseguir que pasen cosas», sentenció el artista, que para la ocasión, dejó de lado sus «looks» de alfombra roja. Para manifestarse –y a diferencia de su encuentro con Obama el pasado miércoles, al que asistió de rigurosa etiqueta–, optó por unos vaqueros anchos y un jersey con cierto toque «homeless», acorde con el objetivo. Tres horas después de su detención, y previo pago de una fianza de 76 euros, fue puesto el libertad. Ahora, la lucha estará en conseguir su posado en la comisaría de Washington. Una ficha policial que dará mucho de qué hablar.