Barcelona

«Don Juan Carlos y su padre sobrevivieron sin un duro»

Una relación padre-hijo, para algunos, controvertida, para todos, histórica. Abel Hernández, periodista y escritor, ha dibujado en «Don Juan y Juanito», el perfil político y sentimental del padre del Rey, de Don Juan Carlos a partir de las tensas relaciones con Franco.

El Rey con su padre, Don Juan, en Palma de Mallorca en 1975 con Franco ya muy enfermo
El Rey con su padre, Don Juan, en Palma de Mallorca en 1975 con Franco ya muy enfermolarazon

«Me resistía a meterme en este lío. Lo veía muy complicado. Leí mucho, fui tomando notas, lo dejé dormir un tiempo y hablé con alguno de los que aparecen en el libro. Al final me puse en contacto con la hermana mayor del Rey, Doña Pilar, y descubrí que ya no tenía escapatoria». Ella le narró las vivencias del exilio en Estoril, así como la estancia de Don Juan Carlos en Friburgo (Suiza) con ocho años y su llegada a los diez a España.

La documentación y este testimonio en primera persona le han abierto los ojos sobre el papel de los Borbón en el camino hacia la democracia. «Yo creía que la monarquía era una asunto secundario que no estaba en el plano político después de la guerra y durante el franquismo.

Sin embargo, el propio caudillo le dice a Alfonso XIII que emprende la guerra para restaurar la monarquía. Franco era monárquico. Es más, cuando está en su yate, el Azor, llora ante la presencia de Don Juan», desvela Hernández, una escena que da fe del «dramatismo» con el que se vivió la cuestión dinástica durante la dictadura. «Don Juan y su hijo lo han tenido que pasar mal porque, al margen de llevar una vida austera, ya que no tenían un duro, se enfrentaron a sacrificios heroicos, cargados de desavenencias pero también de generosidad y sentido del deber».

Así, Hernández recuerda que «durante la estancia suiza, Don Juan prohíbe a todos que llamen a su hijo», un gesto que considera clave para que «al final Don Juan Carlos no tenga inconveniente en dejar a su padre de lado». Aun así, el escritor destaca del conde de Barcelona «su honradez mirada en conjunto. Preserva la institución. La relación entre ambos ha tenido unas consecuencias políticas muy importantes para este país, para la convivencia democrática. Es el reflejo de que la política no se hace sólo con ideas, sino también con sentimientos». Precisamente en esta línea comenta que «en el Rey se percibe esa ausencia del padre, esa tensión permanente. Tiene la mirada triste por haber tenido que sacrificar los intereses y relaciones humanas por cumplir su deber desde niño».

Entre los episodios más curiosos de la obra se encuentra el relato que la hermana mayor de Don Juan Carlos elabora sobre el 23-F, en el que toda la Familia Real se reunió en la Zarzuela. «Fue terrible. En la puerta de abajo no había más que un soldadito. Y la puerta estaba abierta. Podía haber entrado cualquiera. No entró Armada porque Dios no quiso», explica Doña Pilar. «Ver a la familia acurrucada, reunidos en el despacho de el Rey, el 23-F, temiendo que llegaban los tanques, tiene un valor humano tremendo. Es como una obra de Shakespeare», apostilla Abel Hernández.


«La Condesa de Barcelona mediaba entre padre e hijo»
A los ojos de Abel Hernández el papel de las esposas del Rey, Don Juan y Franco fue clave en el proceso de restauración de la monarquía en nuestro país. « Nunca pensé que Doña María de las Mercedes tuviera un papel tan importante. En los enfrentamientos entre el padre y el hijo, es ella la que modera la relación y consigue encauzar que el padre no se descarríe en sus reacciones. Doña Sofía contribuyó a aliviar el carácter de Don Juan Carlos, especialmente, después de la boda. En cuanto a Carmen Polo, se puede decir que es la que pone a Carlos Arias en el Gobierno, la que activamente prepara la Zarzuela para los futuros reyes, pero también la que se empeña en que su nieta sea reina». En la imagen, Carmen Polo, Franco, Doña Cristina, la Condesa de Barcelona, Doña Elena y la Reina, en el bautizo del Príncipe de Asturias.